Ayer, para festejar el inicio del nuevo año, muchos porteños decidieron manifestar su alegría haciendo estallar todo tipo de artículos de pirotecnia. Durante más de treinta y cinco minutos, el cielo se cubrió de luces de colores y ruidos ensordecedores que además sirvieron para espantar a los pájaros y palomas que suelen vivir en esta zona de nuestro bello país. Después de la demostración de tanta algarabía, podríamos creer que en la capital de la República Argentina vivimos no en un semi-piso, más bien en un semi-paraíso. En mi opinión, para nada es así. Basta con transitar por la calles céntricas para observar las veredas rotas, sucias, excrementos de perros, cortes de calles atribuidas a protestas sociales, bocinas usadas indebidamente, plazas con mal mantenimiento y qué decir en cuanto a la salud, educación y seguridad. El Hospital de Clínicas, el que fuera emblemático de la Universidad de Buenos Aires, por lo que se ve por fuera y su interior que muestran por televisión, está casi en ruinas y transitar por los alrededores a ciertas horas, resulta peligroso por la falta de seguridad. Estos son algunos de los temas importantes que se deberían empezar a resolver "ya". Quizás a todo el dinero que "se quemó" la noche pasada, podría habérsele dado otro destino y por ejemplo recaudar fondos para comprar un tomógrafo para alguno de los hospitales municipales ya que algunos de ellos no lo tienen todavía. Utilicé para el título de mi reflexión el viejo dicho "Mucho ruido y pocas nueces" porque ayer los porteños nos ensordecimos y vimos en el cielo luces de colores por un rato y no quedó nada, todo se quemó. |