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Inicio / Cuenteros Locales / cintia-bermudez / Un ladrón arrepentido.

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Hoy es el cumpleaños numero cincuenta de don Enrique, su circulo intimos organizó una fiesta sorpresa, en la mansión donde vive solo.
El ahora se encuentra, iluso,
en una bar que acostumbra frecuentar.
Sorpresivamente en plena conversacion,
el encargado del comercio apunto a don Enrique con una escopeta, obligandolo a que entre en una cámara frigorífica, que gracias al cielo,
enfría poco, por ende dirigiéndose de inmediato,
al domicilio para robarle.
Cuando el ladrón estaba en el centro del living,
de improviso se encendieron las luces;
para claro, recibir al del cumpleaños con bombos y platillos como correspondía.
Entonces todos se lazaron sobre el
encargado, quien adujo que lo tenia cautivo, secuestrado en un lugar lejano.
Aunque no tenia ninguna prueba de vida,
portaba el celular de Don Enrique,
haciéndose entre los presentes creíble su versión.
Ahora las cosas eran diferentes,
pues la vida del damnificado,
corría riesgos si se dejaba pasar el tiempo.
Entonces fue que el ladrón depuso su actitud a cambio de perdón.
Cuando por fin liberaron, a Don Enrique El del cumpleaños, ademas de indultar a este muchacho, lo invito al agasajo.
El encargado de la pizzeria La nueva,
primero amago negarse, pidiendo una y mil vez perdón, pero ante la insistencia acepto acompañarlos.
Don Enrique se siente plenamente consciente,
de que en gran medida, es responsable por que este individuo asumiera esa actitud de combate,
pasa que se habían hecho la rara costumbre de conversar acerca de sus pertenencias,
y tambien de delinquir.
Por eso es que pienso, frente a estas instancia de la historia, que lo mejor sera creer en lo que aseguren los habitantes de este cuento.
El encargado le juro a don Enrique que tenia pensado velar por su vida; ademas,
a diferencia de lo que trascendiera,
la heladera hace años que no funciona.
Pero Don Enrique seguía interesado en sostener una relación a cualquier precio,
de ultimas a primera todo habría servido como excusa para atraerlo.
Aclaro que Don Enrique no es gay,
pero cabe mencionar, que se hubo involucrado
con este joven, porque anda necesitando un sicario, o alguien que se anime a matar por dinero.
La víctima no por casualidad estaba presente,
quedo colgando en suspenso la aprobación del muchacho para efectuar el atentado esa misma noche, pero salio cualquier cosa y tal vez mejor que fue así.
Aunque menos sea que sirva para ponernos de acuerdo, pensó Don Enrique.
Y para hacerles conocer el infierno al que se ve sometido, agrego yo.
Supe que a este Enrique, le dicen Don,
no porque sea un hombre muy respetado,
sino porque es conocido de la familia Bush.
En fin, su vida es una enorme farza,
pues esta gente, que conforman una secta diabólica, están confabulados para destruirlo;
escuchen, por ser considerado un representante del imperialismo yanqui.












Texto agregado el 02-01-2008, y leído por 591 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
05-01-2008 En realidad, la realidad es tan loca como la fantasía. O quién sabe si -como señala Homero varias veces en su Ilíada- "si todo no es un sueño" como después lo plagió Calderón de la Barca. Lo importante es que digamos una mentira creíble, y las mentiras de este cuento, los embustes de esta historia, las guayabas de este desierto, tienen sentido, pues logra la autora crear una atmósfera que las hace verosímiles. Y le doy sus estrellas, restándole -para cobrarle su multa por ello- lo correspondiente a las faltas ortográficas. ajajaja delfinnegro
02-01-2008 ¿Invitar a la fiesta al ladrón? Um, no me parece. Pero después de todo es un cuento y los cuentos cuentos son. PeggyMen
 
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