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Inicio / Cuenteros Locales / malaconciencia / METÁFORAS ALTERNAS SOBRE MI MALA VIDA

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Ahora que cumplí cuarenta descubro que vivo. Antes, más joven, todo me valía verga, no pensaba en el tiempo ni en el valor de los sentimientos ni nada que no fueran culos, fiestas, aventuras tipo capitán Morgan y cosas por el estilo. Si , cabrones, ya sé que piensan que eso me pasa por superficial, pero ustedes también fueron así y ya se les quiere olvidar, moralistas farsantes. Ahora me da por recordar a Carolina, la novia que soportó mi edad de veintitantos años. No me gustaba su cara, porque su nariz siempre me desagradó a pesar de tener esos ojos azules hermosos y esa voz francesa que me cautivaba. Su culo grande y su vagina sabrosa sacaban la cara por ella. Si sus piernas llenas de celulitis no me hubiesen incomodado tanto la habría querido. No la quise, pero la soporté porque me mantenía y me permitía llevar una tranquila vida de estudiante mientras ella trabajaba ocho horas en un centro de teléfonos contestando preguntas idiotas. Cuando la mamá de Carolina iba a morir de cáncer fuimos a la ciudad de ella para acompañarla en los últimos días. Para mi no fue muy claro todo el asunto, así que por el día me daba tremendas aburridas viendo agonizar a la señora y en la noche me desquitaba haciéndole el amor como maniaco a Carolina, sin darme cuenta (no quise darme cuenta) que ella se dejaba hacer mientras pensaba con dolor en la próxima muerte de su mejor amiga, de su madre querida. A veces le echaba bronca porque me sentía abandonado, descuidado de sus atenciones, que se fijaba más en su madre que en mi, y Carolina, cegada por el amor, o por el dolor, me acariciaba y a veces me hacía un blow job para que me calmara. La noche en que la madre murió nosotros estábamos en casa. Yo no quise quedarme en el cuarto del hospital a velar porque quería ver una película que iban a pasar en la tele y ya estaba harto del olor a medicina y la espera de algo que tarde o temprano vendría. El teléfono sonó por ser teléfono. Carolina contestó presintiendo quien era. Con lágrimas en los ojos me dijo que su madre había muerto. Yo estaba interesado por saber si al Arnold lo ejecutaba el depredador así que en el comercial la abracé y al otro día fuimos a ver el cuerpo. Esa noche la penetré con fuerza, con la intención de borrarnos la pena.

Carolina supo llevar una vida después de la muerte de su mamá. Tampoco me fije mucho cómo lo hizo y por eso no puedo dar detalles. Lo que si sé es que cuando se enteró que yo estaba metido con otra tipa intentó cortarse las venas enfrente mío y yo en un acto desesperado por salvarla le di una patada en el culo y le grité que pensara en su madre. Sólo se cortó un poquito para demostrar que si era capaz pero más no pasó. Un poco de sangre, besos, una buena cogida y quedó tranquila. Me exigió que llamara por teléfono a la otra y la mandara al diablo. Lo hice. Carolina estuvo de testigo. Después de esa escena fui más cauto con mis aventuras. No me gusta ver sangre.

En la otra les seguiré contando sobre mis años pasados...

Texto agregado el 01-01-2008, y leído por 276 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
06-01-2008 Tu modo de escribir me es extraño y diferente a lo que normalmente leo, pero debo decir que no pude dejar de leerlo. No se si por buno o por morboso (todos tenemos morbo, algunos mas y otros menos), cereo que me guistó. Un abrazo desde Buenos Aires. cta
 
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