Todo lo que amerita ser contado es todo lo que ha sido des-cubierto y eso no está bien, porque lo que sucede y hace al día es lo que no ha sido descubierto porque aún se encuentra actuando en plena responsabilidad e imposibilidad de decir. Las palabras siempre ocurren posteriormente y posteriormente ya no se tiene fuerza para actuar y por eso es que se cuenta..., pero es tanto lo que se tiene que contar que no hay manera de decir, y sólo con decir... no se hace nada.

Román trajo consigo al extraterrestre, lo pescó durante una noche de tres cruces en la que había caido mediante una broma cósmica y espacial, lo sintió como un minúsculo meteoro morado-violeta cayenjdo sobre su cabeza y penetrando en ella, sintió en ese momento toda la presencia psíquica del extraterrestre y la manera en como éste se adaptaba y absorbía de toda la configuración mental de Román para una simbiosis que habría de darse. Nada de platillos voladores, naves espaxciales de mayor o mejor tecnología "insectívora" le susurró el extraterrestre. Voces en la cabeza y temblores en las cloacas provenientes de demonios que patrocinan el palpitar de la ciudad, los mismos vapores adquirían formas, figuras que los observaban, al extraterrestre y a Román, xcon dos ojos que en un momento podían ser los faros de un carro y en la sombra pestañeaban... necesitaban, también leerse a Román y a su nuevo compañero, dolor de parto. Necesitaba dormir en cualquier lugar, un rincón lleno de riesgo de la ciudad, necesitaba dejarle a la muerte elegir para poder corroborar la legalidad de lo que le acababa de ocurrir.

Vaya nuevo morado compañero, una capacidad de análisis como nunca antes vio, más veloz que un río de palabras, que un río de entendimiento, y ese nuevo sentimiento palpitandole en un corazón del lado derecho como un buen y nuevo amigo de su viejo y arriesgado corazón. Dos seres en uno haciéndose lentamente uno ante el espejo de una vitrina de la ciudad tras las rejas.