Era una tarde de lluvia, salió a pasear como acostumbraba todos los días aunque hubiera tormenta. Le gustaba ver llover, todo se veía más romántico, más lleno de vida, aunque el parque estaba desolado no podía romper su rutina. Pensaba en aquel chico como lo hacia siempre, nada le podría dar aquella valentía que necesitaba para confesar de una vez por todas aquel sentimiento del cual era prisionera.
Aquel chico le robaba cada uno de sus sueños haciéndola despertar suspirando cada noche, soñaba siempre como él la tenia entre sus brazos, dándole ese beso que esperaba por tanto tiempo en la realidad.
Llovió cada vez mas fuerte así es que se quedo contemplando eso debajo de un árbol que la cubría con sus frondosas ramas. Observó todo a su alrededor hasta que alguien se sentó a su lado.
-otra vez por aquí.-le preguntó un chico de ojos color miel.
-como siempre…-contestó un poco sonrojada, aquel chico era el de sus sueños, su ladrón mas querido en todo el mundo.- y tú que haces por aquí, no tienes que estar en tu casa al lado de la chimenea.
-no. Decidí probar que era lo que le encuentras de lindo a un día como este.
-apuesto que tú como hombre que eres no te percataste de nada hermoso.
-acertaste, creo que me vine a mojar por nada. Y tú me podrías decir que seguramente encontraste algo bello este día.
-si, claro.-se le paso por la idea de que lo mas bello que tenia ese día era estar bajo la lluvia con él muy cerca transmitiéndole casi un calor que solo ella podía percibir.
-y me puedes decir que es lo lindo de este día.
-no te importa, pero algún día quizás te lo diga o algún día lo descubras Shaoran, adiós.-y parándose se alejó del lugar en dirección hacia su casa mientras el bello joven se quedo observándola sentado en el árbol.
Él también sentía, era un cobarde, claro que no le diría lo que sentía, por eso la trataba mal en ocasiones y en otras podían verse como los mejores amigos del mundo los dos sin saber lo que el otro sentía. Claro que él también había descubierto lo bello de aquel día.
Miedo, era la mejor definición de lo que los dos tenían. Miedo a que el otro no sintiera lo mismo y que esa bella amistad que en momentos lograban se fuera lejos.
Quizás los dos sospechaban lo que el otro sentía pero no se iban a arriesgar.