Cuando sentí que decías tu Verdad, se me inundó el corazón de un calor sublime, y verdaderamente real. ¿Qué sensación puede ser más exquisita que aquella?
Decidí que ese calor era la respuesta, la hoja que corta la duda, y me decidí a creer.
Sé que mi Verdad puede bien no ser la Tuya, pero sí creo que es parte de La Verdad. Y en esa Verdad, la realmente inconmensurable, y de la cual no puedo hablar, aunque aparentemente lo esté haciendo, me siento pequeño y poderoso a la vez. Puedo tomar, y beber de la más grandiosa contradicción que pueda existir. Pero bebo, y me siento poderoso.
Ese calor, jamás lo olvidaré.
El calor, no se pierde rápidamente, y se mantiene palpitante, pero en un franco in decrescendo... Si me descuido, el calor se vuelve tibieza, y la tibieza frío. Así es como todo se enfría, y en verdad me refiero a mi Todo, a mi Todo...
Creo que la gracia está en reanimar el fuego todos los días, todas las horas... |