He despertado esta noche pero no me reconozco ¡no soy yo¡, alguien me ha hecho una broma extraña y de mal gusto. En el espejo esta una mujer que no era yo, esos ojos eran redondos y grandes, la nariz era respingada pero ancha, la boca era carnosa y roja ¿Dónde estaban mis dos lunares?, era dulce la mirada, ¿Dónde estaba esa mirada mía que deambula en el aire?, me daba vergüenza, ¿yo, la asesina parecida a una dulce mujer?, que asco, que delirio tan amargo. Tengo que dejar de agobiarme porque ay mucho que limpiar, tengo deberes y tengo que cumplir como la cardenal de muerte que soy ¿Quién será la próxima victima?, he ahí tapado con periódicos un vagabundo tan ebrio que no sentirá el dolor, camine despacio, saque mi navaja y le abrí el cuello, lamí la hoja de hierro, era demasiado etil pues la sangre se cortada, sobre se ahogo en alcohol, no hizo gesto de dolor, me fue algo repugnante destasarlo.

En la esquina un niño pequeño, de esos que nadie quiere, de esos que la sociedad aborto en sus calles, lo seduje con una barra de chocolate, sonrió y mire en sus ojos el hambre de muerte, lo abrace mientras devoraba ese dulce; a lo lejos se acercaba un camión de carga a gran velocidad; hacia mucho frió y le pregunte si quería sentir un poco de calor, movió la cabeza diciendo que si; calcule el tiempo, era hora, lo arroje a la avenida que solo el sueño eterno le pone final, el grito pero el conductor no pude hacer anda, se golpeo la frente en el parabrisas y se abrió una grieta hasta partir su nariz, dos dientes cayeron por entre los limpiadores, como si hubiera sido un muñeco se descosió, al menos un apierna quedo sobre su espalda, un brazo zafado y una rodilla rota. Me alegro, lo sentí tibio, tan lleno de paz y felicidad, era noche regrese temprano a casa.
Dentro del espejo estaba aun esa mujer que no era mi hermana que mutile con una sierra eléctrica, no mi madre que pedazo a pedazo el molino de carne probo, ¿Quién demonios es?. Tome un poco de licor, seis, siete tragos y la botella se termino y no me quedaba ningún viaje en el bolsillo de mi pantalón. Camine de nuevo asía el espejo, ahora mire lagrimas pero no las sentía resbalar ¿Dónde vi tanta humillación?, ah¡, recuerdo fue esa mi victima de dos noche atrás, era una puta golpeando a dos niños que le pedía solo una mordida de pan y ella los escupió, me invadió la rabia (era sus hijos y les negaba un bocado) y corrí, le quite ese pan y se los di a esos niños que corrieron a esconderse al ver mis ojos hinchados; le golpee el rostro y se callo de rodillas frente a mi, la mire pidiéndome piedad, pero no pude sus lagrimas me provocaban y mi arma estaba ansiosa; el hacha en mi mano, no pudo ni gritar, de ponto su cráneo estaba partido en dos, los ojos abiertos; el hacha no salio; tome entre mis manos el mango, mi pie se apoyo en su hombro y salio fácilmente; la odio desde entonces, no pude quitar el olor a sangre de mi ropa, olía a puta. Era el hedor que me recordaba, el que me hacia ver a una mujer sucia, que estupideces.
¿Quién morirá mañana?; que será ¿un hacha? No, ¿mi navaja? No, ¿vidrio molido? No,¡si¡ agujas y alfileres un rollo de hilo, parece inofensivo pero el rostro de la victima es gratificante, cuando clavo las agujas entre sus uñas y carne es suficiente para saber que debo llevar cinta adhesiva, gritara y debo evitarlo. Se hace día, debo dormir la noche aguarda por mi.