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Inicio / Cuenteros Locales / la-sombra / la importancia del sexo

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salía de la casa de ella. sexo loco, mucho, quizá excesivo, no sé, pero allí estaba, saliendo de aquella casa a altas horas de la noche y con un hambre natural, mortal. es gracioso, muchas veces había tenido sexo con ella, pero esta vez fue diferente. sus besos emanaban corriente que hacían vibrar todo mi ser, sus ojos despedían un brillo abismal y su cuerpo tenía la fuerza y flexibilidad de una bestia salvaje... aún quedaban las huellas de sus dientes por todo mi pecho, cuello y brazos... había cambiado, y tan solo contaba con veinticuatro años, quién lo diría después de verla crecer desde los nueve. conocía a sus padres y hermanos. sabía que estudiaba y que tenía novio y amigos en cantidad afortunada. era una chica de gracia y talento natural, pero, quizá sólo conmigo, era una bestia, un hermoso y salvaje animal porque jamás hacía lo que yo deseaba, sino, lo que ella pedía. era como un esclavo... aún recuerdo la primera vez que lo hicimos, fue en su casa, en la cocina de sus padres mientras todos cantaban la navidad, y abrían sus regalos. yo salí de esos momentos que detestaba y fui a mirar a través de la ventana todos esos fuegos artificiales, y el cielo amplio y negro, rodeado de casas iluminadas, falderas, con chicos y chicas jugando, corriendo con sus cuerpos llenos de vida y fervor. pensé que mi vida iba a seguir en la misma soledad para siempre hasta que sentí una mano en mi espalda y una voz deseándome feliz navidad. le agradecí, era ella, y cuando quedamos mirándonos, paralizados, supe que algo mágico iba a ocurrir. ella se acercó hasta tocar mis labios con los suyos. cerró los ojos mientras pegaba su bello cuerpo al mío. estaba paralizado por todo cuando sentí hasta que una de sus manos tocó mi sexo, debajo de mi pantalón... luego, no supe lo que hacía... simplemente lo hicimos como dos sedientos de placer. cuando terminamos, ella me pidió ir a mi casa al día siguiente. le di mi dirección y fue... así estuvimos por años, hasta que ella se casó. estuve en su matrimonio y mientras el novio la besaba, ella me miraba sonriente, cómplice con los míos. sentí ganas de reír, pero sonreí porque sabía que iba a verla muy pronto. efectivamente, salieron de luna de miel y al cabo de quince días volvió y llamó a mi casa por teléfono. le dije que viniera pero no quiso. ven a la mía, mi esposo es agente viajero, pero, entras por la puerta posterior. así fue como seguí con ella, año tras año... día tras día. una tarde en que iba hacia su casa, vi que otro auto paraba en la entrada de su casa, me detuve y esperé. era su esposo. escuché ruidos, gritos, el sonido de un arma de fuego. llamé a la policía. llegaron y cuando entraron, vieron el cuerpo inerte de su esposo, con los ojos abiertos y un hueco negro en mitad de la cara, chorreando sangre coagulada… y ella, a un lado, con las manos abiertas, ensangrentadas, con un corte en la cara de lado a lado, y el pecho abierto de un tajazo, y el vientre desnudo mostraba partes de sus intestinos y mierda... agonizaba. llamaron a la ambulancia y cuando llegaron, aún respiraba. me acerqué a su lado, no sentía nada extraño, y cuando ella puso sus ojos en los míos, supe que no volvería a verla mas. efectivamente, nunca mas la volví a ver, pero siempre que voy al campo santo a dejarle flores y a rezarle, la siento tanto o mas que cuando teníamos sexo. es extraño, a pesar que no he vuelto con ni una mujer, siento que no es necesario, que el sexo tiene algo de espiritual, algo que no tiene nombre compuesto y que pertenece a quien ama mas allá de la vida y de la muerte. quizá por eso es que no me he casado, y escribo estas notas y notas sin sentido; quizá sea así el amor, no lo sé ni me importa, pero, cuando la recuerdo, no lloro ni me pongo triste, no, al revés, río sin parar, como un loco, un loco extraordinario; quizá sea eso la felicidad, un estado de contento fuera de la vida y quizá de la muerte... no lo sé ni me importa... vivo por ahora y en el ahora, y espero que la muerte sea como es mi vida, una hermosa escena de amor sin condiciones ni respeto por nada mas que para el amor sin tiempo ni espacio…


san isidro, diciembre del 2007

Texto agregado el 30-12-2007, y leído por 312 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
30-12-2007 El amor y el deseo no son lo mismo. A ménudo la gente los confunde. Interesante historia. Azel
 
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