Habia una ves un pequeño gusano de nombre Sano al que le encantaban las manzanas verdes (no las rojas); cuando sentia el olor de una, su boquita parecia un lago que desbordaba por los lados. Un día sano paseaba por una pradera bastante vegetada, hasta que vió el manzanar más hermoso que en su vida habia visto, a tal punto que pensó que estaba soñando y se mordió para saber si era un sueño, y !ay! no era un sueño. Entonces se apresuró todo lo que le daba su ondulada figura para llegar lo más rápido posible al arbol de manzanas. Corrió y corrió, osea se arrastró, por que los gusanos no corren, pero daba la impresión de que mientras más impulso se daba menos llegaba a donde queria, mas su ímpetu y su hambre de manzana verde era superior a cualquier distancia, piedra o gallina hambrienta de gusanos...hasta que !al fin llegó!. !Bravo Sano!, !eres tenáz!, !no hay nada que te rinda!, se dijo, pero todavia quedaba algo más: Subir al arbol y escoger la manzana más sabrosa y hermosa de todas, así que Sano se onduló todo lo que pudo y dando vueltitas por el tronco del manzano se puso a subir. Ya en una rama para divisar a todas las manzanas a la ves y escoger la más rica, se dió cuenta de que eran muchísimas, así que se tomó su tiempo y después de dos lunas !escogió!: La elegida estaba casi casi en la punta, pero era tan brillante y tan hermosa, que fué bastante para Sano pensar que valia la pena subir hasta ella.
Subió y subió, rama por rama, hoja por hoja; por acccidente se entró a un nido en donde dormian dos pequeño pichoncillos y casi acaba el cuento prematuramente, pero lo superó todo otra ves, hasta que un día, cuando sus fuerzas ya meguaban se dió cuenta que estaba al frente de la manzana de sus desvelos. !Grande Sano el gusano!, una ves mas tu entrega fué superior a tu cabeza y eso te llevó a donde querias. Ya en la manzana Sano se preparaba a disfrutar de ese festín; frenó un poco su emoción y se extació por última ves con la belleza de ese casi círculo brillante y verde. Derrepente sus ojos se abrieron tan grandes que le dió la impresión de que explotarian y después de estar un buen rato así, salió de su boca la siguiente palabra:
- !YASEPUDRIÓ!
Y sin más, se bajó de ella y emprendió su viaje de regreso. |