Una guitarra se agita en la noche,
la acompaña una voz enamorada
cantando versos de amor
que otro hace nacer a la par.
Tres hombres embelesados
lloran amores en una cueva
solo alumbrada por leve luz,
luz de lamparilla,
luz de luciérnaga,
luz pequeña y enorme
que turba junto a los alcoholes.
Cantan a su pelo oscuro,
a sus ojos de noche,
a sus labios de fuego,
a sus dos lunas por pechos
a su vientre de cuna,
a sus caderas voluptuosas,
a sus pies que corren.....
Ay, el suspiro se escapa,
ay, el suspiro los une,
ay, el suspiro los convierte
en unas solas manos que aman,
en una sola garganta y su boca,
en su solo corazón y su alma.
Ay, el suspiro le ha llegado a ella,
le interpela, le pregunta...
...le ha calado la carne y los labios,
le ha robado el interior,
la trastorna y ya corre como loca
sin vestido, sin medias,
sin trenzas, sin besos,
cargada de dudas y de dilemas,
sumida en un mar voluble
mitad tangible, mitad etéreo,
mitad amor, mitad miedos.....
Y los tres hombres enamorados
siguen cantando a su sueño,
uniendo en un canto desgarrado
oles, palmadas y deseos...
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