Relato navideño
Hoy, veinticinco de diciembre, quiero compartir con ustedes, algo de este país contradictorio.
Este es el país que vió nacer a Jesús, pero sus habitantes no reconocen su Verbo. Es este el país en donde no se cree en milagros, pero todos esperan que se verifique el de la Paz. Muchos relizan esfuerzos por conseguirla,pero algunos caen a menudo en errores y en la incertidumbre del camino que los conducirá a ella.
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En esta Navidad 2007 les ofrezco la estampa “navideña “ de una ciudad del centro de Israel.
Una ciudad que goza de un clima de inviernos benignos y veranos calurosos y húmedos. Una zona en la que no nieva nunca. Las ciudades del norte,en cambio, las cercanas a Siria y al Líbano ostentan sus calles y sus árboles blancos. Los chicos del lugar se divierten como todos las criaturas del mundo arrojándose unos a otros bolas de nieve y lanzándose en locas carreras de trineos improvisados, por las cuestas de los senderos.
El alcalde de una población del centro del país, pensó que no se podía privar a los niños de su ciudad de la alegría de jugar con la nieve ¿Podría hacer nevar donde el termómetro nunca se acercaba a las temperaturas bajo cero? No era tan ingenuo como para considerar esa posibilidad, pero consecuente con el proverbio árabe que dice , “si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma”, el alcalde hizo traer a su ciudad una caravana de camiones repletos de nieve del monte Hermón y la hizo descargar en la plaza central .
Los niños tuvieron su montaña de nieve, sus risas, sus muñecos con nariz de zanahoria y la pipa en la boca, amén de la boina del abuelo en la cabeza .
Felicidad inesperada, noticia que corre de boca en boca ,pero alegría fugaz porque se sabe que durará poco. En efecto, después de veinticuatro horas, la nieve se convierte en un gran charco, pero deja fresca en la memoria de esos chicos tanta alegría, que el regalo de nieve , a pesar de las tensiones del país, se repite ahora cada año.
Yvette Schryer, Jerusalén.
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