V) Confesión
-He hecho cosas demasiado condenables, como para contártelas un simple viernes- dijo mientras jugaba con su segundo trago. Me veía como a una especie de sacerdote o algo por el estilo, por lo que decidí detenerla al instante.
– No se sienta obligada a confesar algo que no quiere. Aquí sólo se juzga si paga o no por sus tragos. Lo que ocurra afuera es problema del mundo no mío-. Solo conseguí robarle un par de sonrisas más.
Han pasado tres horas y aún no cerraba. Tenía una invitada de honor y había que recibirla como correspondía. Si incluso Paul se puso de pie murmurando incoherencias de la ebriedad, aún más amargado por el simple hecho de no llevarlo a su casa. Finalmente, gritando su nombre y maldiciendo al mundo entero, salió del local como para perderse en la nada… debí haber ido tras él… pero poco y nada me importaba frente a quien resultaba ser un ángel entre tan apestoso claustro.
Sentía que le era una buena compañía, que le ayudaba a olvidar la tristeza de sus ojos… sí, creo que a eso se le llama amor… que va, siempre pensando estupideces.
Fue cuando un motor afuera del bar, me hizo reaccionar. –Disculpe pero ¿no es ese su auto?- Tomé una botella vacía como arma, fue lo primero que encontré, pero algo me detuvo el brazo antes de cualquier acto heroico… era su mano de porcelana. -Descuida… ese ya no es mi auto- volvió a sonreír.
"¿Ya no es mi auto?", que habrá querido decir... no soltaba mi brazo, como si me protegiera de algo... además, su sonrisa no era como las anteriores, que si bien reflejaban cortesía, a su vez guardaban un poco de nervios en la medida que los tipos del local se retiraban en silencio... era como si no tuviera nada que esconder… como si se liberara a medida que el motor se aleja… y que empezar de cero, estando yo ahí presente, era más relevante que todo cuanto ocurriera allá afuera…
¿Qué secretos escondes tras tu confesión?, ¿Cuál es la única causa de la tristeza en tus ojos que ahora está más tenue?...
¿Ese auto?...
No logro encontrar la respuesta a que tipo de mal habrás hecho. Puede que no todas las pinturas son como el pintor quiere, pero en eso se esconde también su grandeza.
El motor desapareció.
O talvez se trata de una simple sonrisa. Quien sabe, ya es tarde, acaba la semana, estoy cansado y ...
-Debo cerrar, si quiere la llevo... ¿Hacia dónde va?-... todos tienen derecho a tener sus secretos...
-A casa- respondió... -Yo también-
Es sólo un segundo viernes como cada mes. |