Hirviendo a fuego lento
Me desperté totalmente acalorado y con una asquerosa sensación de vapor húmedo a mí alrededor, mi cuerpo estaba totalmente mojado con agua que ni emergía de mi cuerpo ni caía del techo, sino que simplemente estaba ahí manteniéndome caliente. Me paré y caminé hacía la puerta de mi pieza mientras me percataba que el agua desafiaba la fuerza de gravedad y no caía al piso, sino que se mantenía pegada uniformemente a mi cuerpo. Me dirigí por instinto a la cocina sin saber que buscaba y sin darme cuenta que las luces ya estaban prendidas. Caminé hacía el refrigerador para refrescarme y cuando lo abrí una tétrica imagen se reflejó en el jarrón del jugo, era una viejecita pequeña que estaba cocinando algo a mis espaldas. Me mantuve quieto, creyendo que si no me movía, quizás la todavía irreal viejecita no se percataría de mi presencia. Mi mirada se concentraba aun en el jarrón que revelaba la tétrica imagen de la viejecita que no parecía importarle mi presencia. Ahora seguro de que todo era una visión decidí darme vuelta y tranquilizarme, pero no fue así, porque la viejecita seguía ahí, cocinándome a baño María y con gran indiferencia.