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La cama
Cuando llegué a Arlés, una cama desvencijada era todo el paisaje de esa noche. La memoria a veces se hace tan pequeña y destartalada, como las luces de la calle, que asomaban por la ventana del cuarto de un hotel de habitaciones, con escaso espacio y multitud de muebles. El azul de sus muros no calentaba tampoco, más bien enfriaba. Me encontraba cansada después de patear las calles y los parques. Los desplazamientos siempre invitan a soñar, dan esperanzas, sí, pero con sus pellizcos de amargura, esos que siempre a la realidad nos enfrentan.
Cuando uno encuentra una cama es como si una nave llegara a puerto. Y ahí estaba, desarmada, como la cama, pero contenta de descansar al fin por una noche. Sólo pensaba en dormir. Eran las diez pasadas, y una luna húmeda me recordaba la niebla, el otoño, y el follaje seco de un viaje episódico. El invierno se anunciaba con la tristeza del otoño, para anticiparnos los colores del tiempo, porque el tiempo tiene sus tonalidades, sus gamas, para que la vejez no nos encuentre desprevenidos.
La luz de la lamparilla dejaba un fondo de cuadros incómodos en las paredes, buscando su equilibrio, su armonía. Y sin pensarlo dos veces, me dispuse a poner en orden los cuadros, y a deshacer la maleta. Y es que cuando duermo también sueño con el orden de las cosas, para poder caer en un sueño profundo. Los ojos empezaron a picarme de somnolencia, y el recuerdo de repente me asaltó con su ternura, y eras tú el que despertaba ese barullo de cosas, asaltándome en la noche.
Por fin me quedé dormida, y el mundo se apagó de pronto, sólo la lamparilla anunciaba que todo gira ¿Alrededor de la luna o del sol? Yo creo que todo gira alrededor de ti, sin ninguna duda. Tienes ese privilegio desde que te conocí. Y es que el corazón tiene sus imprevistos, sus evangelios, sus choques, y al mismo tiempo sus certezas. Éstas siempre llegan sin esfuerzo, subordinadas a la sorpresa, como los problemas y la física cuántica. La naturaleza no conoce la impotencia, es camaleónica ¿Cómo si no superar tanto desastre? La vida duele como cuando los sueños se rompen, y la naturaleza se ha sentado a ver pasar las ambiciones, como si fuera un designio.
Cuando abrí los ojos, me sobresaltó más la claridad blanca que entraba por la ventana, que el ruido del mercado y su algarabía. Me abrigué el alma y la conciencia con la manta, y dejé escapar los pensamientos por la alcoba. La memoria duele tanto como las ilusiones perdidas. Puse los pies en la alfombra y me senté en la cama. Las habitaciones de los hoteles son como celdas: un cubículo para llenar todos los momentos del día antes de salir a la calle. Y aunque la ausencia de reloj no me marcaba el tiempo, supuse que caía el mediodía. El baño, compartido, se encontraba al final del pasillo. Tropecé con las pinturas, mientras buscaba la muda ¿Qué hago aquí? – Me pregunté - ¡Pintar! Y no fui yo quien respondió, debió de ser la paleta, que andaba algo trastabillada con tanto viaje.
El chorro de agua me refrescó, más que calentarme las ideas. Bajé las escaleras y me dispuse a salir a la vida. Una nunca sabe lo que le espera cuando empieza el día, y esa imprecisión invita a la locura. Al cruzar el patio, me salió al encuentro la gobernanta: Buenos días ¿Descansó bien? Buscaba atraer mi atención; enseguida me di cuenta. No le presté mucha atención, y le respondí amablemente buscando la salida.
La calle estaba llena de ruido. Crucé la alameda y me dirigí al parque de los naranjos. Allí, estaba la estatua, en el centro, como una fuente, con sus parterres escoltándola. Me senté en el banco y me quedé mirando el tiempo pasar ¡Qué deleite! Si hasta parece que no pasa. Y me puse a pensar en ti; no sé hacer otra cosa, salvo pintar. Pero no tengo ganas de pintar, sólo de pensar en ti.
Me dieron las cuatro de la tarde y sin almorzar. Recogí el maletín de las pinturas y me puse a navegar, que es otro arte de vivir... Y siempre pensando en ti.
Inspirado en el "reto_eride_tachitta"
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Texto agregado el 28-12-2007, y leído por 724
visitantes. (16 votos)
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Lectores Opinan |
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24-03-2008 |
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GRACIAS POR EL EJEMPLO¡¡¡¡¡ edgard |
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06-03-2008 |
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Hermosísimo texto, muy bien escrito, con una prosa clara y elegante. margarita-zamudio |
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01-01-2008 |
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Tu relato al óleo de letras que navegan entre oleajes de metáforas de ambientes y paisajes que pretenden parecer normales, sumergen al lector entre los encantos de tu talento y los de tu arte. Te felicito. Carlos. nauticus |
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01-01-2008 |
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Hay una forma de relatar que no es de mi gusto personal, pero de la que pueden salir buenos textos. Es esa que Virginia Wolff y James Joyces hacían. Quizás de ahí vino la diferencia que hacen los especialistas hoy sobre qué es un cuento y qué es un relato. En el cuento hay una dirección definida, clara, directa, en función de las que están escritas todas las palabras, imágenes, descripciones, personajes, situaciones, paisajes, etc. En el relato, la mente divaga libremente, siempre teniendo un tema como guía y principal en la historia, pero a la que no se circunscriben los vericuetos del texto. Ahí el deleite del lector no consiste en la tensión y suspenso que le causa la búsqueda del final de la historia o los pequeños momentos de altas y bajas en las situaciones conflictivas de los personajes en el decurso del contar. Lo que le deleita al lector es el divagar de la mente suavemente con metáforas e imágenes hermosas, con paisajes psicológicos del interior de la mente que va y viene por sus dichas, amarguras, deseos insatisfechos, sueños, etc. Este relato tuyo, Maravillas, está en esa tesitura, en esa zona de la creación. Y he dicho al principio de este comentario que no me simpatiza mucho esta forma de contar, porque pocas veces se logran textos que no cansen a uno, que lo conduzcan hasta la última línea disfrutando. Pero tú lo logras aquí, uno se va desde la cama hasta el hotel, del hotel a la luz exterior, de ahí a la pintura, al pensamiento en la otra persona que tienes en la cabeza, y de ahí al parque, al navegar, a ese viaje solitario que es la vida, y que tú lo reflejas aquí. Aquí el personaje se convierte en una especie de cámara cinematográfica que panean, acercan y alejan de los objetos, sin los objetos lo sepan o aparenten saberlo, y de ese modo se apropia de todos ellos y los convierte en parte de su personalidad. Por eso, este relato me ha gustado, me ha seducido. Joyce y Wolff lo logran en escasas ocasiones, de modo que tú quedas bien en el tuyo. No puedes compararte con ambos genios ingleses, pero logras darnos un texto que a más de mostrarnos esa otra forma de ver el relato, consigue arrastrarnos hacia lo más encantador del escribir, la verdadera misión del escritor: llevarnos al rapto de la conciencia donde lo observado y el observador se funden en un limbo feliz que realiza el verdadero fin de toda literatura. delfinnegro |
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31-12-2007 |
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Notable tu relato, de impecable factura y descripción cinematográfica. Trasuntas la oscura mediocridad de los cuartos hoteleros, con su acercamiento a la mortandad. Algún día alguien escribirá un blues llamado Tristezas de una pieza de hotel. Lástima que ya no esté Billy Holiday para llorarlo. Salú. leobrizuela |
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30-12-2007 |
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Maravillas querida, ¡cuánto de tu esencia descubres en este relato! ¡Cuánta dulzura y sentimiento plasmado! Me has estremecido hasta el infinito porque creo que todos, de alguna forma, estamos reflejados en cada una de las líneas que con tu alma de poetiza has hilvanado con cada palabra. Cuánta verdad señalas en tus letras cuando sostienes que el corazón tiene sus imprevistos. Si, es así amiga querida, cuando al corazón lo tocan sin aviso y todo él gira en torno a alguien, la vida duele como cuando los sueños se rompen. No lo has podido decir mejor, no tienes idea de lo que me he identificado con tu prosa poética. Un abrazo de verdad, un abrazote cálido y sentido. Sofiama |
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30-12-2007 |
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ah, tu también padeces la dolorosa sensación de los hoteles. Esas frías y ascepticas sábanas... como si te refregaran en la cara que eso no es tuyo, que no es tu casa, que no es tu lugar... como si hubiera un cartel en la puerta que dijiera "Pasa, hoy sexo, pero nada de enamorarte..." Genial, mujer usted es buena... pasaré más seguido. Un saludo... kuroq |
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30-12-2007 |
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Una de las delicias de la lectura es que te abre puertas, y un texto te lleva a otro. Sin poder ni querer evitarlo, pensaba en "Bajo el cielo protector", de Bowles, al leerte. Pienso ahora que lo recordaba por tus referencias al viaje como un dolor, más que como un placer. Me habría agradado que prescindieras de las referencias al paso del tiempo y a esas frases apostólicas sobre lo que es y no es, pues quizás no adviertes que eso se da ya cuando hablas de las paredes deslucidas y la lámpara sucia... pero entiendo que es tu estilo. Como sea, considero que es un texto evocador que trae muchas deudas: escribe más, más, así, sin miedo a ser más viajera que turista. Omeros |
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29-12-2007 |
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Con tu relato, Alicia, no es difícil imaginar a Vincent van Gogh con los mismos pensamientos al llegar a aquel dormitorio del número 2 de Place Lamartine, Arles, con su ventana a la Place Lamartine y sus jardines públicos. Creelo, hasta pude escuchar el rechinar de los maderos de pino de la vesvencijada cama. Una maravilla de relato, digno de una obra de arte. Mis cinco estrellas son para ti, con un abrazo para corresponder que nos obsequies literatura de verdad.
borarje |
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28-12-2007 |
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Cinco estrellas te he dado..muchas más mereces. Pero como siempre el odio y la envidia, te roban las estrellas. Eso demuestra que de escritores con alma no tienen nada. Solo odio. Pobres almas nomade |
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28-12-2007 |
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Tu relato ha abierto la caja de mis recuerdos. De esos cuartitos de hotel o posadas, que más parecen celdas de conventos. Sin rastros de anteriores ocupantes.
Todo neutro.
Y ahí vienen nuestros recuerdos en tropel.
Amores, desamores, fatigas y sentimientos; en ese orden.
Caminante fuí y lleve en mi mochila nombres de lugares de descanso.
Amiga hermoso relato....Pero te marcó la vida.
Espíritu inquieto, vital y lleno de sentimiento.
Me place ser tu lector pues tus letras llenan mi alma
nomade |
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28-12-2007 |
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Que bello relato amiga querida.En realidad es un gusto enorme leerte, pues me voy desplazando por tus letras como cuando me he lanzado por un tobogan.
El lugar ,lo retratas tan bien, que lo imaginé todo.El color azul, provocando esa sensación de frio.La cama que fuera como fuera, nos invita al sueño.Sobre todo con ese cansancio que tan bien plasmas.
Me reí, al pensar que yo tambien ordeno antes de acostarme, es muy raro, pero se duerme mejor y tranquila.
Esa mañana con su ducha y la ida a ese parque, uyyy me lo viví.Y ese pensar en el amor, que bello.Me encantó.
Esta frase la copié:
//Me abrigué el alma y la conciencia con la manta, y dejé escapar los pensamientos por la alcoba. La memoria duele tanto como las ilusiones perdidas//
Bello, demasiado belloescribes************
Un abrazo enorme como tu inspiración.
Victoria 6236013 |
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