Y era el fin, lo había decidido, habían tantas palabras en su cabeza que no tenían orden, tantos problemas que no tenían origen, tantas razones perdidas en su caja de los recuerdos; la ropa la incomodaba, así que lentamente se desnudó para sentir su piel sin barreras ni incomodidades, se lavó la cara y se quitó el maquillaje, se sentó en la alfombra y recordó, recordó mucho, demasiado para poder soportarlo, y lloró, lentamente, por horas, no sintió como los minutos se consumían, no sintió el frío, no sintió el calor de la mañana que entraba por el ventanal de su habitación, ya no podía sentir nada.
Cuando despertó se miró en el espejo y lo quebró, ya no podía soportar aquella imagen que la había acompañado por años, se soltó las amarras de su cabello, aquel cabello mestizo, tan largo como su vida, tan lleno de pesares y lamentos…deseó agua, pero estaba tan cansada que nuevamente se recostó, en su cama, desnuda, sintiendo la textura de terciopelo de sus sábanas…
Horas más tarde se levantó, tomó algunas pinturas y comenzó a dibujar en un gran papel…dibujó una figura tan triste, tan inimaginable que se sintió agradecida por entender por fin de qué se trataba ese maldito dolor que habitaba por años su cuerpo, sus ganas y su corazón…
En la oscuridad del dormitorio vio algo que brillaba a lo lejos, lo tomó y como si aquel objeto fuera un lápiz sin tinta, lo abrazó con fuerza y los deslizó entre sus manos, presionando más fuerte en sus delgadas muñecas, haciendo que ese lápiz figurado se llenara de una tinta roja, una tinta que no se detenía y que daba los últimos toques a ese triste dibujo que posaba en el suelo…primero cayó el lápiz, la tinta roja y tibia no paraba de llenar esa habitación, y luego cayó esa mujer, lentamente, como había sentido pasar su vida…se sintió cansada, aun tenía mucha sed, sus ojos almendrados se cerraron lentamente, poniendo fin a su obra maestra…
A lo lejos se sienten unos pasos fuertes en la escalera, vienen por ella, ya llegaron…
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