Cada fin de año, antes de las campanadas,
guardo bajo siete llaves
mis espaldas,
no quiero que me las palmoteen
las manos traicioneras,
puñaleras y voraces,
cada fin de año,
saco la peor de mis sonrisas,
y le digo al oído a ese petulante:
-¡se está incendiando su casa!
y el tío, sonríe y me contesta:
lo mismo para usted, lo mismo para usted.
Cada fin de año, le agrego arsénico
a la copa del que me insultó, cualquier día,
así, gota a gota, pagará el infame
la afrenta a la que me sometió en su momento.
Cada fin de año, abro mis brazos
y huyen despavoridos los delicados de narices,
sólo acuden a mí, los que me aman sin dobleces,
entonces alzo mi copa y la estrello con la de ellos,
feliz te sea la vida, salud por todos nosotros.
Cada fin de año, boto mis lagrimones,
por los que se quedaron en el camino,
por los que se fueron lejos, por los que nos abandonaron,
alzo entonces mis ojos al cielo
y a algunos los encuentro sonriéndome en alguna estrella
felices hayan sido esos momentos, feliz te sea la eternidad...
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