Inicio / Cuenteros Locales / maryluna / RASTROJOS TRAS RECOGER LA MIES
Calor enfermizo de tierra quemada,
aplastante sol calcáreo
en esta tarde de calentura
(enhebraciones de la carne
por la mía
por la punta de tu lengua
hacia tu pecho irisado
y tu frente abierta).
Y el ganado viene hambriento
-animales domésticos sin dientes-
dispuesto a tragar cuanto haya
-díscolas yerbas aun verdes,
resecas, pardas o muertas-.
Las ganas no les faltan,
el deseo del pasto derrama jugos
en sus estómagos,
el deseo del pacto derrama la saliva
en sus bocas jugosas.
El sol sigue su trabajo,
saca hasta la última gota de agua
-ya solo queda sangre palpitante-
de las copas de sus senos
-hueco o regazo tierno
debajo del cuello ancho-,
quema las cañas de sueños
-gasta sus vidas
en encuentros largos-
abrasa en el mediodía la piel fina,
consume con su calor hasta las entrañas
-oquedades rojas y dulces-.
Los tallos cortados se funden,
son nuestro tálamo en esta tierra seca,
y nuestro beso de fuego
-que hasta al sol quemó en este ocaso carmín-
nos mece en un abrazo de llamas
-llamas imparables, azules, eternas-.
Recogimos los frutos y quedaron las brasas
de este amor extraño,
de este deseo que resbala
por mi espalda tus manos
y por tu boca mi sabor
-sabor asfixiante que te ahoga de necesidad-,
que agarrado a la tierra con raíces agónicas
lucha por un trozo de mañana
-por más lenguas de fuego
por más besos furibundos-
(en las sienes un manojo de tallos secos,
en el costado un sol vehemente
atando la mies con vencejos).
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Texto agregado el 25-03-2003, y leído por 265
visitantes. (1 voto)
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Lectores Opinan |
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25-03-2003 |
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Realmente muy bello, un beso, Ana Cecilia. AnaCecilia |
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