Disculpa la melancolía.
Entre lo irreal, lo virtual, lo nuevo, paseo, mirando sin ver gente desconocida, reconociendo en cada cara, en cada gesto, lo que quería olvidar; no por voluntad, que apenas queda:
Por obsesión de verte, en cada cara, en cada gesto, suponerte tras cada esquina, saludarte en cada calle…
Y saber que estás lejos.
Me entristece esconderme de la Navidad entre la gente; devolver una sonrisa sincera, pero estúpida, a cada cosa que me recuerda a ti.
Y no poder confesar, interrumpir el tráfico y confesar que sólo tú llenarías ese vacío.
Inútil huída hacia ninguna parte.
Ineludible camino hacia la esperanza.
Madrid no está frío, pero para mí sólo es un hogar de paso.
Hasta pronto, y besos... |