¡Hoy es noche de concierto y ¿aún no estás arreglada?!... sé que me estás escuchando. Puede que no seamos los invitados de honor, pero vale la pena demostrar cuan talentosos seguimos siendo... y tú ahí tendida en la cama como si nada pasara.
¿No comprendes que mi trabajo sigue dando frutos?... Bueno, bueno, nuestro trabajo. Con mayor razón deberías olvidar tu letargo.
Ponte el abrigo con ese género acolchado en su interior... ese que te gusta tanto usar para salir de viaje, además afuera hay un frío de los mil diablos, y lo que menos necesito es que te resfríes.
Tómate esos cabellos, te quiero ver como toda una reina de la bohemia. Hazlo con cuidado, yo por mientras tomaré un trago de licor para la suerte... no me mires así, si tan sólo supieras cuan agradable es uno de estos antes de cada presentación.
El taxi viene en camino... ¿necesitas ayuda?... para eso estoy yo aquí. ¿Recuerdas la primera vez en público?, ¿lo nervioso que estábamos?.
Si incluso el señor Jones, el dueño del local, nos miraba como diciendo “¿A qué hora dejé que este crío subiera al escenario?, lleva diez minutos y no hace nada”... jajaja, que días esos... Anda, alégrate hoy será diferente, ya no soy tan inmaduro.
Seré cuidadoso lo prometo. La práctica hace al maestro, dicen... pero nunca se termina de aprender, también dicen.
El timbre... rápido, dame tu mano y estaremos allá en un instante. Te ves hermosa, lo digo en serio. ¿No me crees? espera y ya verás cuando todos giren para verte... ¡Al Blues Café, por favor...!
Esperemos nuestro turno aquí atrás, para que cuando nos presenten recorramos todo el local hasta el escenario y las miradas se volteen a vernos, sólo así te darás cuenta de lo hermosa que estás esta noche... ja ja, hasta que conseguí sacarte una sonrisa.
Gran público... mira como están esos dos allá arriba... talentosos pero mucho por recorrer aún. Qué... ¿orgulloso Yo?, recuerda que no hemos recorrido el mundo entero por nada... ¿o debo recordártelo? New York, Londres, Manchester, Hamburgo, New Orleans... ¿recuerdas New Orleans? no querían que termináramos.
“Damas y caballeros es un gran honor dejar en este escenario y con ustedes...”. Esa es la señal, hora de hacer historia mi amor... “al mismísimo e inigualable... Jack Hush & Abigail”.
Que te dije, todos voltearon. Y al final, todos te amarán tanto como lo hago yo.
“Gracias, gracias... lo que ahora van a escuchar está dedicado a alguien muy especial, mi querida Abigail y yo, hoy celebramos nuestras bodas de oro, y debo decir que esta dama no ha perdido para nada la belleza como en los primeros días... para ustedes y en especial para mi querida compañera... la balada de Abigail”.
“Desde mi nacimiento me nombraron perdedor
Era tan vulnerable como papel al calor
Abigail, Abigail... mi amiga, mi sangre y mi amor eres tú
Eres la excusa para miles de blues....”
Cinco minutos... y nada más. ¡Que se caiga el mundo a pedazos!, pero ten por seguro que seríamos los únicos sobrevivientes a tal orgía en Do menor. Míralos, embrujados como es costumbre cada vez que hacemos el amor entre las luces de neón, el tabaco en el ambiente y el buen licor de la casa que nos mantiene la garganta fresca.
Ha sido una presentación exitosa. Como en los viejos tiempos, te invitaría a un trago pero sé que lo tomarías como un atrevimiento, además no tienes esos vicios baratos como las otras... puede que esa sea la razón por la cual sigues tan radiante como hace cinco décadas. Mientras que en mí, los años cavan mi tumba.
Nunca te dejaré ¿sabes?, estoy casado hasta la muerte contigo.
Creo que después del retiro (si es que se anima a llegar algún día) aún sobreviviré con lo básico…
Una Biblia, todo nos regresa a las raíces, querida, todo vuelve a dios.
Whisky en las rocas, mis demonios también serán invitados de honor.
Y por supuesto, tu compañía para cada una de mis azules canciones... te he contado demasiadas de mis historias... de esas tristes, alegres, secretas, rabiosas.
Más que compañera eres cómplice... más que cómplice eres mi amante más fiel.
Conozco todo centímetro de tu cuerpo... cada uno de los veintidós trastes que forman tu curvilínea figura... oriunda de una tierra lejana, en una década olvidada. Hija de un tal GIBSON y de apellido LES PAUL.
Así eres tú, mi Abigail, cantando con el menor de mis tactos, inundas la habitación con tu cálida y clara voz, resonante desde tu garganta de caoba.
Nos mantiene unidos nuestro “Blue heart”, llevando cada respiro en escena al extremo y finalmente siendo yo reconocido como el instrumento de tu arte… y no viceversa.
Vamos a casa, a nuestro hogar... ya estoy algo cansado. Puede que el público no note más que mis manos y tu belleza, pero más allá está la figura de un viejo músico, corroído por los excesos más bajos, aunque eso poco importa.
Una muerte BLUE para una vida BLUE.
Pero ten por seguro, que tu camino no termina con el mío. Incluso una vez muerto yo, tu humilde servidor, seguirás tan joven y hermosa como en aquella navidad de los 50 y tantos, en las manos de quien te merezca y te trate tal como lo mereces.
Recordando de vez en cuando al músico extinto… eso sí, te daré un consejo, aléjate de los coleccionistas…
¿Qué saben ellos de tocar una guitarra?
Oh, Abigail, si tan sólo pudieras decir “te amo” moriría feliz, pero me consuela saber que si pudieras... lo harías.
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