LA GUITARRA


En el antiguo ropero hay colgada una Guitarra.Su primer amor, antes de nacer, fue la voz de un jangadero. El ébano, el cedro rojo, y el ciprés fueron elegidos cuando todavía sudaban savia. Elaborada con amor por un artesano Salteño a fines del ochocientos. Ernesto Cabeza se la regaló a mi Padre. Esa noche, en Orán, cantaron con ella hasta el amanecer.

Guitarra pescadora, vivió a orillas del Paraná. Fue traída a Buenos Aires desde Santa Fe. Quienes la ven sienten necesidad de hacerla sonar por lo menos un rato. Se advierte que hace mucho que la buscaban.

Manos torpes se apresuran a acariciarla con ternura. Pero es otra cosa lo que quiere la Guitarra. Ella es más que una caja hecha con madera. La pensaron y la construyeron para un fin más preciso. Es, de algún modo, eterna.

La Guitarra que sonó milongas sureñas, quiere llorar, quiere derramar música. Las manos se animan cuando la templan porque la madera las anima. La madera presiente en cada contacto al cantor para quien la crearon los hombres. Ella, en el antiguo ropero, entre ropa vieja; sueña con el iluso sueño del payador.

José Larralde la tuvo alguna vez entre sus manos:
Apretó las clavijas con la izquierda, recorrió el diapasón, buscando los mejores contrastes, peinó el moño de su puente superior y abrazó tiernamente su cuerpo de mujer sin tiempo
con la boca apoyada en su cuello como si fuese a besarla…

O quizás inclinado para esconder alguna lágrima.
Ella le respondió con voz franca, con seis tendones aferrados a su alma. Entonces si, ya no fue posible callarla. Don José le susurro como confiándole un secreto:

"Guitarra que en el paisaje de la vida me acompaña
desatame las hurañas cadenas del comodísimo
y prestame el heroísmo de hacer flamear mis entrañas.
Guitarra que sos el cabo del facón de mi palabra
que sos la dulce muarra ensartadora de penas
dame la hermosa condena de ser tu esclavo... Guitarra.
Guitarra de aquella vez que conjugué el primer canto,
con inocencia y encanto que amalgamó soledades,
te llevo en inmensidades melancólicas de llanto.

Guitarra que asoma triste como lidio en la capilla
inmaculada mantilla sobre el altar de la gloria
pueblo que alza la victoria vertical de su semilla
Guitarra que sos el puño de un país vivo y latente
rebelde al indiferente, mercader de la pobreza
dignidad de la grandeza por la vida o por la muerte
Guitarra que en estridente silencio y meditación
clavadas en tu diapasón la sabia razón del canto
deja que sea mi llanto quien rompa tu corazón."

Su tapa armónica mostraba su boca negra sin dientes con labios de oro. De su boca negra escapaba una sonrisa. A veces me da lástima.
Tanta nobleza, tanto dulzura, tan apacible e inocente orgullo. Esperando eternamente al cantor enamorado que la posea.

Sus años continúan a pasar inútilmente enmudecidos.


Alejandro Casals
Nov. 2006