¿Cuándo dejaste de ser Ayer?
¿Y Tú?
¿Cuándo dejaste de ser Tú si ya sólo eres Tú en un futuro sin pasado?
Sí, un nuevo Tú, con un nuevo contenedor que brilla sobre las lagartijas del Retiro,
que ladra la sensibilidad retorcida de los subnormales vegetantes:
depresiva sin depresivos.
Calcé las botas caladas que un día soñó con tu clítoris en mi boca, corredizo, sin diástole ni amagos de grandeza:
Lavadora rugía los lamentos del viejo poema de un televisor desenchufado, volteando las camisas, pantalones y demás artilugios algodonados. Miraba con el ceño fruncido. Tan sólo Sótano acariciaba sus capas de metal mientras que Pared cubría de penas sus largas noches de alto voltaje. Siniestra ironía para un electrodoméstico que quedo relegado a los bajos fondos de la humanidad funcionalista.
A lo lejos, Escalones que de tantos pasos fue deshaciéndose entre la maleza del arte inútil. Su inutilidad sólo respondía al mero espacio de utilidad para el que había sido elegido. Estúpidos ornamentos vacíos de ornamentación.
(Todos allí rezaban la oración del desfallecido)
Apareció Mujer despeinada, Camisa desnudada, Tanga ennegrecido. Altavoz se reflejaba en la celulitis de su trasero jadeante, ansioso de aquellas manos que rozó hipócritamente cuando los volantes aculturales del alcohol, viejos drogadictos (sin valor de encontrar al unicornio bolchevique), jugaban sobre danzas de putas adolescentes.
Cada mano que golpeaba sus pechos deslechados arrancaba las simientes de Antenas incomunicadas de nostalgias. Triste reflexión de Mujer deshilachada.
Hombre, tal vez Sinhombre (o Deshombre), poco tenía de tantas apuestas al Póker insurgente en el que aglutinaba los vomitos descerebrados de Papeles. Tal vez relampagueó un día entre la catarsis de un sapo en posición fetal. Pocos vagabundos lo juran pero así era, nadie en Vagones había conseguido antes arrancar los chicles pegados a Asiento.
Y allí estaba Sinhombre, detrás, escrutado por la mirada lasciva de Lavadora y sus roedores amigos, sintiendo como el bello azabache de la espalda de Mujer se erizaba ante la repugnante ausencia de asesinos a sueldo entre sus piernas.
De pronto se hizo un silencio que pareció eterno (a la argentina), nada susurraba en el denso aire de Sótano, el tiempo estalló en mil Plumas de horizonte…bim, bam, bum (Charlie Parker).
Cuerdo como Sinhombre puede ser, expulsó su violenta decapitación animal royendo su empalagoso trasero celulítico. Mujer, examinando a Lavadora que platicaba con sus pecados, descendió del letargo.
Hastío, odio visceral, ahogo transversal… y en el atisbo de los labios de la muerte, la sonrisa de aquella que aún aspira a besar la libertad.
Canta el Ocaso a los infiernos,
bruja acuchillada,
que cada beso que no diste
es el futuro
que aún no he confeccionado.
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