Cuando Fernando se recostó sobre la hierba de aquella noche de páramo no sabía que los duendes y las hadas lo estaban acechando para inocular en él la locura de una realidad más allá de lo normal.

Las hadas son formaciones que ocurren en estados de profundo relajamiento... comienzan a manifestarse como figuras que se forman en las ramas de las plantas, luego a uno le parece ver luciérnagas y las figuras en las ramas van cobrando aspectos cada vez más humanoides, y se mueven. Los duendes son distintos o se manifiestan de manera distinta a la de las hadas: son concentración de energía verde, el cual, como sabemos, es uno de los colores del arcoiris y de las dimensiones que conforman la realidad a la cual, luego, nosotros le ponemos nombres. Ambos, hadas y duendes, se aparecen, pero nadie sabe de dónde.

Así que Fernando se recostó sobre la hierba verde aquella noche de páramo y se sorprendió soñando sin dejar de estar despierto... Con esa luna llena...

... que rotaba como un electrón alrededor de un protón cargándolo de energía y de vida que hace la vida posible. Una bola extraña arrojada desde las cercanías del corazón de la Galaxia por algún inominable en su maravilla dios para que el estómago y las entrañas de Fernando se meciesen como un bebé en su cuna plateada... recordando, recordando siempre.