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Kaprey – así le gustaba que la llamaran- en su infancia era una niñita rebelde, llorona, peleadora que quería siempre ganar, sin embargo conmigo fue la mejor hermana que pude tener, la pasábamos súper bien con las ocurrencias que se nos salía de improviso y siempre mis padres nos retaban por lo mismo, cuando era una adolescente esa misma rebeldía maduro con ella convirtiéndose en una luchadora por la sed insaciable de justicia e igualdad para todo aquél que la merecía. Así iba por la vida, siempre luchando por los derechos de autor y de personas, hasta que su vida se vio truncada por un accidente que le costo la vida en una marcha aparentemente inofensiva por la plaza de armas de Santiago; cuando un carabinero tiro de gatillo y las balas fueron a dar al cuerpo de mi muchachita de en ese entonces tan sólo 20 años.
La historia comienza una noche en que yo dormía profundamente un sueño en el que se me apareció mi hermana, después de un mes de fallecida, era todo calido, de un color agradable a la vista, recuerdo un camino de tierra pedregoso, muy pedregoso sin embargo agradable, con árboles inmensamente grandes y verdes, era nuestro secreto, ese rincón de paz cerca del puente era nuestro secreto escondite. Aquí en este lugar, en donde siempre engañábamos a nuestros primos diciéndoles que en cuatro o seis casas más allá de la nuestra vivía un compañero mío de colegio para que no nos siguieran desde la casa, se me presento mi querida hermana diciéndome que nunca más iba yo a estar sola puesto que en mi vientre ella nacía de nuevo para cuidarme y protegerme de cualquier cusa que me pase. En un primer momento no creí que esto pasara puesto que ¿Quién seria el padre?, pero ella me dio a entender que padre ya tenia, era yo la que no me acordaba de haberlo conocido. Orta pregunta asalto mi mente: ¿era real lo soñado o sólo era producto de mi imaginación que quería volver a ver a mi hermana? , en ese momento me dio una puntada muy fuerte en el estomago, como si alguien me hubiese pateado en el momento en que ella me decía: esa fui yo.
Que sueño más extraño, yo tener a mi hermana en mi vientre, pasaría a ser la mamá de mi hermana, pero cómo, si ni siquiera tengo….. ¿Qué edad tengo? – revise mi carné y me di cuenta que tengo 27 años. Me duele el estomago no puedo soportar el dolor, me patea cada vez más fuerte, tengo hambre también.
Despierto en una cama que no es la mía, ¿Dónde estoy?, ¿qué hago acá? Por la puerta veo pasar a un amigo muy íntimo de mi infancia que trae en sus manos mi tazón que yo tenia, recuerdo, en la cocina de mi casa.

-Mi amor – ¿me dice amor? ¿Y este que se cree que es?, ¿mi marido? – aquí te traigo tu leche para que alimentes a nuestro hijo y salga robusto y firme como su padre - ¿hijo?, ¿su padre?, ¿qué esta pasando aquí?. Alguien explíqueme por favor.

- Hija, va a ser niñita, se va llamar Valentina y va a ser tan valiente cómo su tía - ¿Valentina?, ¿eso dije?, ósea que es cierto que mi Valentina se me presento en el sueño y ahora esta aquí ¡ay! pateándome como loca por la leche

- Valentina, que nombre tan bonito, recuerdo mucho a tu hermana, era muy buena contigo y te defendía de todo y de todos

Me tomé la leche, sin embargo no quede satisfecha, sentía que por más que bebía tenia el estomago vació, así que siempre tenia que pedirle a Samuel dos vasos cada mañana; uno para mi y otro para Valentina. Así pase mis nueve meses de embarazo con un antojo muy peculiar a mi parecer: locos, de eso me antoje al igual que mi madre cuanto se antojó de lo mismo para mi hermana cada mes en una misma fecha me visitaba mi hermana en sueños para saber cómo me sentía y me pedía perdón por patearme todas las mañanas. Samuel siempre espero a Samuelito júnior, como primigenio, pero lamentablemente en una visita a la doctora supe mi confirmación asiendo que Samuel se sintiera feliz pero levemente decepcionado por que no llego su Samuelito. La doctora me cito a pabellón en dos semanas más para el nacimiento de Valentina. Nuestra madre estaba con nosotras en el momento de la noticia y nos abrazo dándome las gracias por traerle una nieta al mundo.
Llegamos a la casa y para variar yo con hambre. Comimos y quede satisfecha en seguida, parece que Valentina sólo se alimenta de leche. Esa noche nuestra madre nos visito al cuarto y mientras nos abrasaba yo le dije al oído que no tuviera miedo, y que se va a llamar Valentina, ella sonrió y se puso a llorar.
Dos semanas más tarde me sentía muy mal una noche, me daba vueltas en banda en la cama y mi Valentina no se me presentó en esta oportunidad, creo que estaba nerviosa por un suceso que yo todavía no sabía que venia. En la madrugada le dije a Samuel que no podía más que por favor hiciera algo para calmarme, el ombligo le sentía muy tirante apunto de colapsar, Samuel llamo a don Liponcio para que nos llevara al hospital.
Entre a pabellón junto con mi madre, Samuel y mi papá no pudieron soportar estar adentro, por razones obvias, si fuera ellos tampoco entraría. No quiero describir en detalle el proceso en que nació nuevamente mi herma, sólo decir que al tenerla en mis brazos, sentí una sensación extraña, sentí tomar nuevamente a mi hermana y al mismo tiempo a mi hija por primera vez. Una vez en la habitación de maternidad Samuel entro junto a mi padre con rosas rojas que pusieron en un florero con agua.
A medida que Valentina iba creciendo se comportaba igual a como era como mi hermana, pero con la diferencia que me decía mamá en vez de teté. Raro acostumbrarme, Algunas veces cuando era preciso Valentina se me aparecía en sueños diciéndome: “teté no te preocupes, para mi también es extraño”, yo despertaba y la veia en su cunita que estaba sonriendo con el Chanchini abrazándolo firmemente. Mire asía un estante y ahí con sus coseduras y remendones vi mirándome con esos ojitos negros a Samuel, mi hijito de infancia, lo tome en mis manos, lo abrase y lo metí en medio de Samuel y yo. Aquí esta tu primogénito Samuel, tu hijo Samuelito - le dije - , me miro y sonrió.
Con el paso del tiempo, Valentina iba creciendo yendo al colegio, reaprendió a leer y a escribir, volvió a ser la misma de antes y un día cuando fuimos a ver a la mamá, Valentina le dijo que ella tenia más voz de mamá que yo, y solo tenia voz de hermana, yo me reí con mi risa característica, y Valentina pregunto: ¿dónde habré escuchado esa risa antes? Sé que la he escuchado…

Texto agregado el 19-12-2007, y leído por 101 visitantes. (0 votos)


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