Entre el deseo y la urgencia me late la ansiedad de que esto se defina. Lo simple a veces requiere demasiado tiempo y así la ambivalencia comienza a cansar. El jugueteo histérico se nutre de idas y venidas y el esperar duele, se vuelve patológico.
El tiempo se vuelve desierto y la espera se vuelve sed. Un escaso goteo intenta aplacar la sequedad de las agujas del reloj que como buitres sobrevuelan lento sobre mi confusión pero parece que nada cambiará.
No es mucho lo que pido... solo quiero saber que esperar, pues es cierto que esperar duele pero más duele hacerlo en vano. Quiero saber a que atenerme, que decir, que permitirme sentir a partir de aquel instante.
La confusión marea, no me permite reconocer mi realidad. Miro fijo... me concentro y no puedo conectarme, mis sentidos están obnubilados y apartada se encuentra mi razón. Miro fijo y... no logro conectarme debajo de mi piel, quizás yo sea el problema.
La realidad cae sobre mis hombros, pero ya no quiero esta presión pues abandoné el peso de mi cruz sobre el camino abrazando un poco de libertad.
Si yo fuera el problema mi solución sería alejarme... volverme silencio... un hijo del viento. Pero no puedo engañarme, si fuera así nadie me la haría tan fácil y no escucharía más que reproches.
La situación se dibuja así, ya se hace de noche, no puedo quedarme más aquí. No voy a seguir esperando.
Esta noche solo somos nosotros dos y las estrellas que no quieren tomar parte. El tiempo se va.
Te hice una pregunta. No me sirve tu silencio.
Es simple lo que pido... una respuesta... una palabra... un monosílabo... ¡un sí o un no!