Las rosas te las enviaba el viento
y caían en tu pecho
cada Domingo

Se escuchaba entre los árboles
un murmullo inefable
porque cuando querías hablarme
lo hacías bajito

En tu frente bailaba
la hierba verde
el olor a tabaco y aceite
que nunca se iba

Se mojaban las mejillas
nos ganaba el silencio
ahí estás tú, casi viéndonos
dos metros bajo tierra
oliéndonos
como sabiendo que vinimos por ti
más no a buscarte.





[ Solo tú sabes la falta que me haces, y el vacío tan grande que dejaste en mi cuando te fuiste sin decirme adiós, tío Pedro. No hay día en el cual no me duela tu partida.
Siempre me acompañarás. Eres la luz que me alumbraba, y que ahora que no está, la llevo por dentro. Te amo. Aquí siempre. ]