Algo más que una necesidad ineludible
es la raíz,
la magia indescifrable,
el albur,
aquel mágico encuentro,
que las piedras labradas anunciaban,
como la tosca roca de los vientos,
muda no, nunca;
porque con su presencia,
se vuelve la Palabra,
aun inconsciente,
porque es,
como somos.
¿Y qué queda alrededor?
Preguntas sin respuesta,
confusión,
mezquindaz y pecados inventados,
sociedad necesaria,
que reclama su pago.
¿Cómo acordar este mágico encuentro,
que va contra natura?
No es casual,
que la Magia aparezca y se repita,
porque es la forma de nombrar,
lo que no conocemos,
lo que añoramos,
y lo que deseamos.
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