La hermosura suya honraba todos los espacios y martirizaba el feble corazón de sus diletantes, quienes se aglomeraban tras las pantallas para intercambiar nutridas conversaciones con esa doncella que destellaba irrealidad pese a plasmarse en placas fotográficas que hablaban de piel tersa, cabello al aire y campos floridos. La coparon de halagos y las caricias virtuales abarrotaron la red…Nunca supieron que sus corazones desgarrados sólo destilaban un líquido incoloro ya que el cardias jamás se hace cómplice de la infamia y atesora su roja sangre unicamente para expresar la furia. Los componentes de ese grupo de estudio embalaron, en un lejano continente, mucho después, las piezas de un producto de mercadeo que enlazaba la pasión con el fraude…