Al morir Aakthon, Izharwik, el aprendiz del gran demonio, se vio solo enfrentando al infinito desierto, los esbirros se acercaban oliendo los restos de su maestro, que luego de caer al abismo de rocas, se confundía desde lo alto en una mancha verde nefasta de sangre y trozos de su humanidad esparcidos por el fondo…Izharwik bajó tan raudo pudo en auxilio de su maestro, y nada pudo hacer salvo reunir los trozos de aquel ser…
Con lágrimas que aun no cesan, llevó los pesados restos sobre sus hombros, Izharwik no dejaría que se hiciera polvo en el desolado desierto, ya bastante tuvo durante su vida, por eso atravesó montañas de siglos y hambre para llegar al lugar donde lo conoció; aquel que apareció un día, aquel de quien dudó, aquel que le mostró aquel lugar del que todos hablan con temor e ignorancia, ese lugar, donde solo uno ha podido visitarlo y resucitar al tercer día… Izharwik cavó con sus propias manos desgarradas una sepultura para aquel que fuese su mentor…
Antes de arrojar los restos al foso, tomo la espada de Aakthon, empuñó el arma de su maestro, y sintió que en ella estaba su misión, misión que desde las cavernas le habían sido encomendada, el pequeño aprendiz blandió la espada, y vio con que con maestría podía sostenerla, se sintió digno de su maestro, y juró en su tumba…que aunque su vida se gaste, buscaría en el infinito a la mágica y hermosa flor de cristal, tan solo para entregar el mensaje que con su ultimo aliento de ilusión le fue confiado, “Tan solo dile que siempre la amé”…Izharwik empuñó la espada de Aakthon y consagró su vida a buscar en el universo a aquella criatura…
Los esbirros se acercaban cada vez mas, Izharwik ya los había visto profanar otras tumbas, y conocía de lo que eran capaces de hacer, así que luego de terminar la sepultura, curó sus manos como pudo, y se preparó para esperar el asalto, sabía que lo habían seguido… pasaron días en que no durmió guardando el descanso eterno de su único amigo; hasta que una noche calma y estrellada, el primer esbirro se abalanzó sobre la sepultura, el aprendiz esperó un instante por un segundo esbirro, pero cuando se percató de que ya el primero había excavado lo suficiente para poner en riesgo los restos de su maestro, se puso de pié…
Izharwik empuñó la espada y voló hacía el esbirro, este solo sintió una brisa sobre sus hombros mientras cavaba en la tumba…luego de eso, se vio inmóvil, sus músculos no respondían y su cabeza rodó por el suelo….el resto de las criaturas que hasta el momento tan solo aguardaban por el cadáver mirando ocultos en las sombras, solo pudieron captar una luz que atravesó al engendro a la altura del cuello, segundos después vieron la cabeza caer hacía atrás y el cuerpo deforme hacía adelante en una explosión de sangre…se acercaron sigilosos y agrupados, miraban y olfateaban a todos lados tratando de encontrar la respuesta, hasta que la respuesta se dejó caer desde lo alto en medio de ellos…”Aquí estoy” dijo, y se dejo ver con los brazos abiertos y la espada en ristre cubierta de sangre; cuando los esbirros salieron de su asombro, se abalanzaron sobre el…garras, colmillos, cuernos, espadas hambrientas y furiosas volaron desde todas las direcciones para despedazar a Izharwik, y comenzó la batalla.
Desde lo lejos podían oírse los siniestros rugidos de los engendros en combate, los desiertos enmudecieron ante tal horror, veinte esbirros enfurecidos y hambrientos sobre un solo oponente desconocido…muchas estrellas en el cielo se apagaron como si el universo quisiera cerrar sus ojos para no guardar recuerdos de la masacre.
Después, solo hubo silencio, poco a poco comenzó a soplar el viento sobre el cuerpo cubierto de sangre de Izharwik y los primeros rayos de los soles iluminaron los restos de veinte esbirros….El aprendiz, volvió a clavar su espada sobre el ultimo engendro que aun agonizaba y al retirarla gritó con todas sus fuerzas para girar y cortarle la cabeza, luego de eso, se dejó caer de rodillas y recobrar el aliento, miró a todos lados y logró ver la sepultura de Aakthon intacta y sellada bajo la sangre derramada….
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