Andando por este mundo
Entre encuentros y desencuentros ,
con el género que me atormenta,
me acorrala, acaricio y amo.
Sintiéndome en ardiente impaciencia.
Rubia de ojos verdes de piel nacarada,
de suaves senos y de pezones rosados.
Mordedora de mis carnes laceradas
y caminadas por sus garras gatunas.
¡Que combates de altas camas!
Morena de piel retinta, hija de Africa,
de duros muslos, pechos de amazona
de musculosos brazos y manos fuertes
que arrastraron mi cara hacia sus labios,
y preciosos vellos en entrepierna.
Que decir de una colorina ardiente,
quemante como braza, que rasguña
la cama y muerde mi hombro
mientras sus puños me golpean
diciéndome: hijo de mil putas.
O de una piel aceitunada,
ojos negros, pelo revuelto duro.
Ardiente en la cama.
Muerde como pantera
Y no suelta lo que tiene a mano
Suave casi angelical con sonrisa
misteriosa, velados ojitos rasgados
Siempre dispuesta para el amor.
No tolera la virilidad excesiva .
Gusta de las suaves caricias
Así he pasado saltando de cama en cama.
Medio caminando, en horizontal o vertical pose.
Recostado en transpirados e inspirados lechos.
Dejándome querer y queriendo
Amando en ardiente impaciencia
Del querer no me quejo, del amor tampoco.
Las ame y han gritado mi nombre en jadeos.
Mordiéndoles yo sus ardorosos pechos.
Besando la suavidad de sus cuerpos;
Bebiendo en la laguna de sus piernas.
Me amaron y en rasguños llevo las marcas en mi cuerpo
de la presencia de ellas y por contentas quedaron.
De moretones, puedo contarlos en deleitoso recuerdo.
Uno por uno los voy acariciando con el dulce nombre
Y me envuelvo bañándome en ardiente impaciencia
Todas fueron mi pasado en el largo sendero recorrido
Pero hay una. Sí, hay una, de rojo pelo y dorado vello
De dientes de nacar afilados como puñales
Que marcaron mis brazos, sacando sangre de mi boca.
Desgarraron mi espalda, dejándome seco
y bautizado como hijo de las mil putas.
Ella calmó mi ardiente impaciencia
Nomade...pensando...pensando para adentro
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