las paredes de prerepresentaciones agresivas se pandeaban en la casa de los espejos. primero el plomero y la tinta desbordada... múltiples cortes en el sucio pentagrama con la vista baja sobre el monitor. interferencia deformada deformando la autoflagelación con orden.

mientras entrelazaron amistades con las lanzas azarosas, la segunda dimensión continuaba saltando hacia la depresión en los brotes de un pedal mal estacionado en las yemas de los dedos computarizados. siguiendo las líneas de algo enfermo, rastros de alcohol y botellas rotas con las caras de reto personal, los suicidas poderes quisieron participar...

el mudo barco se enfrentó al final del mundo.., con la última incisión a la garganta; el extremo despido repentino de la tierra de las pantallas:

un revólver disfrazado en un cigarro.

un cadáver de dieciséis años en la cocina de mamá.