Si usted viene por explicaciones mejor quédese,
no salga de su casa, de su habitación, de si mismo;
mejor pídale explicación a Dios
-o a sus dioses-
pero no a mí que nado fuera de la historia
por agarrarme a un mínimo punto de vista
que ya parece estar fuera de este mundo
(y por pensar en usted para verme y creer en mí)

No hay razonamiento lógico en aquel
que estando en el fondo del mar quiere tocar la profundidad del cielo
o de estos que andan desinformados con lo que acontece en el país
(por culpa de los medios de comunicación)
y su vida es un anacronismo
por tanta desilusión que los hombres le regalaron
en estas calles de buhoneros y competencia egoísta

Solo puedo darle
lo que consigo dentro de mi habitación:
unos ojos tejidos con palabras
un silencio mientras dormían
jamás un dogma o arte
solo migajas olvidadas debajo de la cama
como juguetes inofensivos;
si, eso si, un juego de voces incompletas que buscan sus otras partes.

No pida discurso de quien habla al revés
o del raro que necesita Internet para buscarse y protegerse
y precisa de un concierto de rock que no dice nada.
Pídales razones o consejos a los inteligentes
que se llenaron con el dinero vacío que mueve sonrisas.
Al político, al teólogo, al sicólogo, al empresario, a ellos si,
no al que vive en una habitación
con una flauta y un título que no ejerce
no, al que no sabe hablar de temas de economía política que todos discuten
o de petróleo, a pesar de que vive de él.

Si viene por respuestas
se llevará la pregunta por el primer misterio
el asombro ante la cadencia del mundo
que camina a pesar de todo.

Como ve yo ni siquiera le puedo explicar
estas anécdotas adaptadas a canciones.