No te prometo un amanecer de fantasía,
tampoco una tormenta que llueva melancolía,
ni que detendré el viento, cuando este, te enfría
sin embargo, te puedo ofrecer mi compañía.
Te observo cuando duermes,
cuando trabajas,
cuando lloras,
y cuando cantas.
De vez en cuando,
me ves, cuando te miras al espejo,
con el cansancio sobre tus ojos,
y la piel arrugada, luego me culpas.
Te vi nacer,
también, te veré morir,
no soy el verdugo de tus penas,
tampoco, acreedor de tus alegrías.
Estoy contigo, cada día,
soy invisible a tus ojos, la nada en tus manos,
me vives a tu manera,
soy el tiempo, no tú condena.
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