Un pintor, con gran talento artístico, decidió invitar a una amiga a su casa para que le posara.
Se inspiro en su rostro para realizar el cuadro.
Era una linda muchacha de rasgos finos.
La plasmo en su pintura como copia al carbón.
Su idea era comercializar el cuadro y lo presento en una feria.
Le coloco un papel en el cual pedía opinión de los mas afamados artistas, acerca de lo que debía mejorar en el cuadro.
Terminada la feria se decide llevar el cuadro a su casa y hacerle las mejoras siguiendo la voz de los expertos.
Para su sorpresa, las mejoras convirtieron en un monstruo, lo que una vez fue un dibujo espectacular.
Desde ese día el pintor traza sus propias pinceladas, sin pedir opinión.
Ha descubierto que guste o no, tiene la satisfacción de saber que el fue el único en la realización de su obra.
Esto para el no tiene precio porque su autenticidad le agrega valor a su cuadro, sus ideas fluyen mejor y su imaginación no se contamina.
Sus cuadros son únicos.
¡Ser auténticos, ser nosotros mismos, ser únicos !