Lo que les escribo esta vez, aún me tiene con la duda, de que si existe Dios porque permite esa extrema voluntad de quitarse la vida.
Tres casos hubieron en mi ciudad de subir en un vehículo y lanzarse al abismo para terminar con su existencia. Deberas que lo siento en el alma.




Yo y mis amigos estábamos en la cima del peñón llamado “Morro de Arica”. Teníamos una bella vista más abajo, del Puerto, “la Isla del Alacrán”, que está unida al continente en forma artificial y a la ciudad, por ser ahora una península.

Les dije, vengan a conocer el Museo del Soldado que es orgullo de soldados acantonados en esta zona; hay armas y uniformes del año 1879 llamados Los Batallones Olvidados.

Entramos al Museo, yo empujándolos y ellos con curiosidad. Después de un rato abandonamos en recinto y comentábamos: Esos eran machos y nos reíamos.

Seguimos más arriba al Cristo con los brazos abiertos, que es el símbolo final de paz entre peruanos, bolivianos y chilenos. Ahí estábamos contemplándolo, cuando paso por nuestro lado casi volando un automóvil directo al abismo. Nos quedamos paralizados, como clavados al suelo.
Vimos como el vehículo saltaba al vacío y cerramos los ojos para no ver ni oír el estruendo de latas y hierros al final de la caída.

Corrimos solo por curiosidad morbosa pues sabíamos que desde esa altura nada quedaría del auto y menos de su ocupante. Y ahí esta el vehículo. Una roca lo había atajado. De pronto se abrió una puerta y salió por ella una hermosa mujer que comenzó a descalzarse sus sandalias, las que dejó muy ordenadas en una roca.

Espere mijita gritábamos, ya bajamos para ayudarla. Y comenzamos a pedir auxilio a la gente que estaba en el museo.

En el ínter tanto ya comenzábamos a bajar por el empinado lugar a donde se encontraba la mujer en un vano esfuerzo por el peligro que representaba la escarpadura del terreno.

Ella nos miró con la paz en su rostro, giró su cuerpo y abriendo los brazos como si volara se lanzó al vacío. Dios no he podido sacarme esa mirada. Cuanto desencanto, cuanta pena del alma.

Nomade...apenado y aún recordándola