De Cronopio a Fama
Estas.
Por acá recorres los espacios, jugueteas, vienes, vas.
Siempre con la palabra llena de sabores nuevos, de brotes deliciosos de la tierra.
Llenas de aromas frescos cada día que envuelve lo que saboreas.
Uno no elige su destino. Toda la vida esta allí. Estiras la mano y vas descubriendo.
Cada paso, cada día, los cambios van girando alrededor, todo fluye sin cesar.
Estas. Invisible. Permanente. Adosada a cada recuerdo que revolotea en los laberinto de mi mente.
Vienes.
La casa sonríe de a dos. El techo se abre para agigantar la puerta de entrada. El umbral de la casa te acuna para que descanses del largo viaje del que regresas.
Las ventanas abiertas de par en par, vuelan graciosas recibiendo el encuentro de tu pelo alborotado que se enreda entre ellas. Vienes con cantos nuevos, con música para compartir, con sueños para adornar las paredes gastadas. En el jardín brotan los gladiolos, los lilium, los tomates y betarragas plantados en otra estación del tiempo.
Vas.
Camino al encuentro de otros mañanas, de otros atardeceres, de otros rostros, que marcan de nuevo un espacio para abrirte a nuevos conocimientos, a las palabras que mágicas revolotean en tu sinapsis de entonces, de hoy, de mañana.
Las palabras. Tus amigas desde la infancia, la boca se te llena de tinta, tinta de colores nuevos y nutritivos; para seguir en el viaje, vas al encuentro de ti, de mí, de otros.
Y así, llegaras de Cronopio a Fama.
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