Cuando digo la piel.
Quiero que me entibies la piel,
hombre.
Es mi alma
la que tiembla,
como una estrella de hielo.
Cuando digo las manos.
Que tus manos,
hombre,
recorran mi cuerpo.
Hay una angustia, una asfixia,
un lago quieto en mi garganta.
Y necesito de tus manos,
para desanudar las lágrimas,
y llorar.
Como el primer día:
Dándole la bienvenida a la vida.
La lengua no es solamente
la lengua sensitiva,
con la saliva jugando ríos
en los mapas de mi cuerpo.
Son los tequiero atrapados
que quieren salir a perfumarse de sol.
Y cuando digo el abrazo,
hombre,
digo construir, defender,
abrigar el nido que forman dos,
en la hora de la hoguera.
Penetrarme,
hombre,
jadeos, y corazón de tamboriles
lanzados en picada
y risas como campanas.
Penetrarme,
es algo más que atravesar mi sexo.
Es abrir una hendidura perfecta
hacia la luz,
Y guardarnos el secreto.
Acariciá, tocá, lamé,
Estrechá, atravesá
este exterior mío
hambriento de ternura.
Pero cuando lo hagas,
hombre.
No me hagas el amor:
Amáme.
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