Miras por la ventana
de cortinas entreabiertas,
por donde entra una luz tenue de ocaso.

Tu pelo largo y ondulado
llega a un lugar de curva perfecta y codiciado,
justo debajo de tu cintura.

Me acerco lento, para que no escuches mis pasos,
pongo mis manos en tu cintura,
con mi mentón sobre tu hombro,
hago a un lado tu pelo
y susurro un TE AMO.

Sientes un pequeño escalosfríos,
pero disfrutas de mi barbilla sobre tu hombro
y de mi voz acariciando tu oído.

Llevas puesto un vestido negro
que se ciñe al cuerpo,
que deja desnudos tus hombros
y parte de tu espalda escondida tras tu pelo.

Mis manos se deslizan a tu cadera,
me doy cuenta que no hay más que piel bajo esa tela.
Al percatarme de ello mis manos tiemblan, tu lo notas
y girando tu cabeza me das una mirada tierna y picarezca.

Tu mirada lo dice todo... No hay límites hoy.

Abrazo tu cintura sintiendo tu cuerpo junto al mío,
tomas mis manos y disfrutándonos,
perdemos nuestra vista en el ocaso.


A mi Amada