Jamás había pensado en la eternidad. Es algo que aprendí contigo en el silencio de un beso, en el calor de tus brazos rodeando mi cuerpo.
“Sin buscar encontré algo” dijiste y me miraste a los ojos. Y yo sin saberlo te había esperado toda mi vida.
Eres el milagro del estar en el lugar correcto en el momento adecuado. Eres más de lo que necesito y todo lo que nisiquiera llegue a soñar tener.
Te descubro en una mirada, en el roce de tu piel, en el calor de tu aliento en mi cuello, en todas y cada una de tus palabras.
Contigo descubro que a veces el fragor, de dos cuerpos que luchan por ser uno, trasciende a la pasión, escondiendo lo que es más puramente el amor.
En tus labios en mi cuerpo, accedo a la verdad más fundamental: Que te amo y me amas.
¿Cómo atreverse a negar lo que nos gritan mis latidos y el ritmo de tu respiración entrecortada?.
Nos amamos en calma, en la paz de dos amantes, que se entregan sin pedir nada.
No hay testigos, sólo este espacio que hemos compartido. Un lugar extraño que nos acoge sin juzgar.
Basta sólo tu mirada, para romper mis esquemas, para derrumbar falsos fuertes que me construí por la vida. Basta sólo que te recuerde para amarte una vez más.
No nos cabe la traición porque el alma no se traiciona. Y eso somos nosotros, un impuesto del destino, un regalo de la vida.
Hoy camino sola por las calles, y visito los lugares donde estuvimos. Recuperándote en un ayer, que es mi presente más hermoso, salvando la distancia que nos separa, pero a quien ya ganamos la batalla.
Porque ahora no estas cerca como yo quisiera, y me falta tu cuerpo en el que ya me reconozco. Sin embargo estas tan dentro mío en las huellas de un amor, en “las vueltas de la vida”.
Y en la memoria de una noche te descubro hombre, te descubro en mi deseo.
Tú me obligas a escribir, porque en mi no cabe todo esto. Esto que es tan nuestro.
Estas palabras en conjunto y conjugadas llevan tu nombre, no podría ser de otra manera, porque lo eres todo
Esta historia no termina, porque somos eternos…