La salida de Lisboa fue tranquila para la expedición anglosajona comandada por Sir Cristopher Bowels, hasta ese momento su relación con los hermanos Great Claws era buena, aun no se habían sucedido los problemas que pronto acaecerían en alta mar.
Los marineros de las tres carabelas eran un grupo formado por los más estrambóticos personajes del reino inglés, escoceses, galeses e irlandeses se unían a lo peorcito del muelle londinense para llevar a cabo tan ardua aventura.
Diez días después de atravesar las Ozores, unos islotes en medio del Atlántico, la tripulación se amotinó, escaseaba el puding de carne y la mantequilla con la que freían sus potingues y que da ese color rosáceo tan característico a sus rostros...
En concreto fue un marinero llamado Walter of Noting Hill, quien la lió abanderando el amotinamiento, exigían doble ración de güisqui y buey.
Bowels les pidió tranquilidad, pues no tendrían sólo eso sino además grandes riquezas en la nueva tierra...
En la noche del doce de octubre, Walter of Noting Hill, en su puesto de vigía, atisbó tierra al grito de: ¡ Earth !
Todos se asomaron a babor, Sir Christopher Bowels ordenó echar al agua una barca, y junto a los hermanos Great Claws, algunos soldados de su majestad Enrique VII y un religioso, tomaron rumbo a la nueva tierra...
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