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Era tarde, Consuelo estaba sentada en su sillón preferido, viendo como las hojas de los árboles que se encontraban fuera de su departamento eran movidas por el viento… viento de lluvia, pensó ella con un suspiro y encendió otro cigarro. Miró el cenicero… había más de veinte colillas completamente terminadas y otras diez a medio fumar. Aspiro el humo con los ojos cerrados, sintiendo como bajaba por su garganta y llenaba sus pulmones… sabía que ese vicio la podía matar… pero… últimamente todo era mortalmente definitivo… todo podía guiarla a una muerte sencilla y lenta… quizás no tan sencilla, pero sí algo dolorosa.
Escuchó el timbre, miró el reloj digital del DVD del living, marcaba las 2 de la madrugada, se levantó lentamente y arregló el chal que cubría sus hombros desnudos, notó que tenía algo pesado en el anular de su mano izquierda… un anillo, una piedra transparente brillaba y entendió lo que había aceptado hace algunas horas. Quitó esas ideas de su mente y camino hacia la puerta de entrada, tomó la manilla despacio, evitando el ruido molesto del metal y acerco la puerta hacia su cuerpo, notando por la apertura el brazo de alguien. Terminó de abrir la puerta y lo vio, allí parado con sus ojos azules como las noches de verano y su cabello negro… notó sus hombros fuertes, su torso delgado, cubierto sólo por una camisa delgada de tela azulada… como sus ojos. Estaba todo mojado por la lluvia que caía hace rato en el exterior.
No entendía que diablos pasaba, por qué él estaba parado frente a su puerta a las dos de la madrugada con una mirada asustada y… ¿suplicante?
“¿qué haces aquí Felipe?” dijo en un susurro, él solo cerró los ojos y luego, en un movimiento rápido, la tomó entre sus fuertes brazos, ella notó el olor del cuello de él, lo húmedo de su camisa, la sedosidad de su cabello en la mejilla.
“por favor… por favor” era lo único que él repetía con su cabeza apoyada entre el cuello de ella.
“Consuelo te lo ruego… por favor” ella sintió como sus piernas temblaban, su cuerpo estaba pegado al de él, lo abrazó sin pensar mucho y apretó el género de la camisa de él como si en eso se le fuera la vida, una gruesa lágrima cayó por su mejilla.
De pronto los labios de ambos se encontraron en un beso, ella sintió el temblor del cuerpo de él y lo helado de sus labios, él, por su parte, notó la presencia de ese calor que ya había olvidado y creía perdido.
Él cerró la puerta y rápidamente su mano presionó la parte baja de la espalda de ella, un suspiro llenó la habitación, Felipe cobijó sus labios en el cuello de ella y comenzó a besarlo con una voracidad que ambos creían perdida.
Las manos de él bajaron lentamente el chal que cubría los hombros de ella, su piel se estremeció con el sutil contacto, las manos temblorosas de ella vagaron por la parte delantera de la camisa, desabotonando con cuidado. Sus labios estaban separados por milímetros, ambos sentían la respiración lenta del otro.
Los ojos cerrados, las manos trabajando, los labios abiertos… total entrega… la ropa estorbaba y ambos sabían que era preciso quitarla cuanto antes… sin la delicadeza de algunos segundos atrás… con furia, con deseo contenido y con pasión comenzaron la guerra de la desnudez. Las manos de ella entraron en el torso de él y bajo la camisa con rapidez, él trato de ayudar, pero las mangas atrapaban sus muñecas, ella tiro y sintió como los botones de las mangas saltaban al suelo. Una vez libres, las manos de él se cobijaron en las caderas de Consuelo y en un movimiento rápido comenzó a abrir el pantalón, mientras ella subía los brazos y se sacaba su polera. Ella levantó una a una las piernas para quitarse el pantalón y el la vio perfecta, casi desnuda con alguno de sus contornos cubiertos por la suave tela de la ropa interior.
Las manos de ella comenzaron la lucha con el cinturón, lucha que no terminó hasta que el mismo se encontraba en el suelo, acompañando las otras prendas, él ayudó en la tarea y las manos de ambos se encontraron tratando de abrir el pantalón de él. Comenzaron los besos furiosos, voraces, llenos de amor… y de rabia, las caricias eran pocas y los labios no daban la excitación ni el roce necesario. Cada uno por su lado se desnudó frente al otro y se quedaron parados, mirándose a los ojos, escuchando la respiración ya agitada y la lluvia de afuera.
Se fusionaron en un abrazo apretado, el cuerpo de ella se amoldaba al de él y las manos reconocían los lugares que una vez fueron olvidados. Él la tendió en el suelo, con cuidado y comenzó a besar su cuello, dando pequeños mordiscos en algunos lugares que recordaba con suma nitidez. Las manos de ella recorrían su espalda, su cuello, sus cabellos; sus labios estaban entre abiertos, tratando de controlar los suspiros y gemidos que a estas alturas eran incontrolables.
Él bajo hasta los pechos de ella y comenzó a acariciarlos con la lengua, ella se retorcía en ese abrazo pegado, rogando a los cielos que no acabara nunca, pidiendo casi a gritos clemencia.
El sonreía orgulloso, se sabía poseedor de ese poder tan especial sobre ella, objeto de esa pasión explosiva, de ese amor desesperado y a veces brusco que ambos tenían...
Continuó su recorrido por el cuerpo de ella besando su vientre, jugueteando con sus manos en su cintura. Hasta que llego a sus muslos, la tersa piel que los cubría estaba ardiendo, miro hacia el rostro de ella, buscando sus ojos… pero lo que vio fue aun mejor, ella tendida, iluminada por una tenue luz, con la cabeza recostada en el suelo, los ojos cerrados, el pelo alborotado y los labios entreabiertos… en una sonrisa.
Subió rápidamente busca de esa sonrisa y la aprisiono entre sus labios, las lenguas se juntaron en otra pequeña batalla, que ninguno de los dos ganaría.
La penetro rápidamente, ella arqueó las espalda para fundirse a él, las uñas de ella se clavaron en la piel de su espalda y él sintió el dolor… ese exquisito y ansiado dolor.
Las embestidas fueron rápidas, él se preocupo en cada momento de decirle que la amaba y continuaba con esa suplica… “por favor”; ella gemía cada vez mas fuerte y de pronto un sonido ahogado salió de entre sus labios, él sintió como el interior de ella se contraía y se dejo llevar, sintiendo lo que hace tanto ambos no sentían… amor.
Luego de que un gemido ronco saliera de sus labios se recostó en el pecho de ella, sintiendo su corazón agitado… sus latidos desesperados… pero felices. Ella le tomó la cara entre las manos y lo beso con dulzura; él noto que algunas gotas de sudor perlaban su frente y las beso con devoción.
Sus ojos se encontraron y ella sintió el inmenso amor en los de él, esa profunda mirada protectora y gentil, ese rostro amado, esos labios finos y llenos de secretos guardados por ambos. Él la vio perfecta, hermosa, como la diosa que siempre creyó adorar y que ahora, después de mucho tiempo poseía.
Ella sonrió sin dejar de mirarlo y lo abrazo fuerte, sintiendo aún la respiración agitada de ambos, se dijo a si misma que era el momento, que debía decírselo o las palabras morirían junto con su cuerpo desnudo pegado a él.
“no tienes por qué pedirlo… Ya no me caso” él sonrió y tomó la mano Consuelo, esa que tenia el anillo, el cual sacó con rapidez levantándose del cuerpo de ella, ella lo siguió. Él se dirigía hacia el ventanal, lo abrió despacio y antes que ella pudiera decir algo, lanzó el anillo hacia lo desconocido, volteo para mirarla detenidamente… y una vez mas… volvieron a hacer él amor… solo que ahora… simplemente ella era completamente de él.




Para mi adorada Martelli... gracias por ser mi fan N°1!, te quiero mil

Texto agregado el 12-12-2007, y leído por 223 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
12-02-2008 La redacción es fluida, existe una voluntad erótica como en tus otros cuentos, tal vez se pueda mejorar la estructura. Creo que para eso estamos. Mi opinión es que los regodeos eróticos por definición nunca serán innecesarios Besos y estrellas. ollitsak
05-02-2008 ahí está ahí está nati_pj
14-12-2007 No es por hacer leña del árbol caído , pero a mí e relato también me ha parecido bastante flojo. Supongo que lo puedes hacer mejor, no dejes de intentarlo. dolordebarriga
13-12-2007 pues ella le dio el anillo y ya! juar, juar, juar! marxtuein
13-12-2007 Si el relato finalizara con que el muchacho abre la ventana y se tira o la tira a ella, se disclpa todo lo demás. Así como está es calentura que no avanza hacia ningun lado. Lástima. Una muerte haría de este u cuento digno de leer. Otra vez será. tiralineas
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