Se abrió ante mí, toda su belleza
Vibrante, colorida latiendo en vida
de vegetal magnificencia.
¿Cómo la existencia en su infinita variedad?
Se diversifica.
Un bosque increíble
En el verde de su clorofila
en la hermosura de sus flores,
con tantas y tantas diferencias.
Los colores entran en el rojo sangre
al amarillo sol radiante.
El azul cielo
y el rosa que es un consuelo.

Las aves las hay tan diversas
Cardenales de rojo pecho
Canarios amarillos
Queltehues y aguiluchos
Codornices con sus polluelos
Todos en fila india.
Búhos hermosos en su silencioso vuelo
En las alturas nuestra ave heráldica
El Cóndor, muy alto en el cielo.

Por la quebrada
baja el agua furiosa pero cantarina
La nieve acuna en invierno a la vida
Es algo increíble
Blanco el suelo
Blanco el cielo
Y en la noche no hay oscuridad
Solo una tenue luminiscencia.

Viví dos años a los pies de los Andes
a ochocientos metros de altura
En medio de esta madre natura.
En una casita rodeada de árboles.
Fue un regalo de vida
Que lleno mi alma de amor y fuerza.
Es el lugar llamado la Reina
Ahí mismo en Santiago de Chile

Respiren, sueñen y den gracias a Dios
Por el regalo que hemos recibido
Vayan a lugares así guardados
Que quedan pocos
Y en un tiempo corto,
todos habrán desaparecido.
Por el daño que hacemos

Por eso amo todo lo que late y vibra
Es el milagro de esta madre tierra
Que nos protege y cuida.

Nomade... en su bosque encantado