y una canción,
desesperada.
Impide la niebla,
mi niebla,
ver.
Como no puedo ver,
porque mis manos no alcanzan a tocar,
quiero al menos contar
mi romance de ciego.
Palpo, quiero sentir,
esa virginidad,
que pertenece
a antiguos bosques,
a frutos inconscientes,
pero tan vivos
que reclaman su luz
al Sol naciente
con mayúsculas Sol,
que no distingue de sexos, sino que
existe.
Mi ceguera,
es sólo para ti.
Hazme de Lazarillo,
llévame donde quieras,
cúbreme con tu niebla,
exponme a tus caderas,
Déjame deslizarme,
con suavidad, con tiento,
o abrasador impulso.
Lo prefiero
porque tu música invadió mis entrañas,
y no respondo, ciego,
más que a esos colores,
sabores,
y olores
que sugieres.
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