Cierta mañana el cielo estaba recién bañadito de perezosas nubes algodón de pijama.
Y para sorpresa de los terrícolas, citadinos contaminados de asfalto, la luna , dama de noche, aún permanecía distraída en el firmamento , no importándole el que dirán ( o el que “mirán”) de aquellos muchos que como yo esperaban el carruaje urbano rumbo al trabajo.

Algo extraño había sucedido, eran las seis de la mañana menos un minuto y el astro dueño de las horas nocturnas aún no se ocultaba y todos, en aquel paradero, tenían sus hipótesis.

Una mujer con bolsitas llenas de nostalgia debajo de sus ojos, se atrevió a decir:

-mírenla! parece que se está tambaleando, seguro está borracha la muy pobrecita, yo creo que fue embriagada de aullidos, de esos aullidos de hombres lobo corazón roto. Yo lo sé muy bien, a mi a veces también no me dejan dormir.

Más otro afirmó:

-no es eso, simplemente la muy distraída no alcanzo a cerrar la puerta de la bóveda azul oscuro y pues ha decidido tomarse una ducha de luz antes de ir a la cama y pues quien no ha visto a una gordita tan blanquita en cueros tan temprano en la mañana.
Aquel hombre corría a alcanzar la mano de lo que indicaba era su esposa de 100 kilogramos de compañía pura.

-Será que simplemente se levantó a tomarse un vaso de deliciosa vía láctea para conciliar el sueño antes de enfrentar otra siguiente noche y sus pesadillas, murmuraba un habitante de la calle, haciendo sonar su vasito sin monedas.

Algunos otros sólo la miraban y suspiraban mientras se alejaban, se podría pensar que estaban mirando algo más allá de la estratósfera, pero en realidad se miraban hacia adentro en sus hoyos negros nostálgicos.
Y fue entonces cuando a las seis y cuarto mas un minuto me encontré en compañía de un hombre que si veía bien lo que pasaba. El ciego, del que nunca supe su nombre me dijo:

- Muy tempranito escuché cierto alboroto que venía de arriba. Yo creí que era el acostumbrado show acústico de los inquilinos del ultimo piso. Pero escuchando muy bien, en eso soy un profesional, me percaté que no habían sido mis vecinos sino los nubecinos, que a veces dejan escuchar algunos de sus diálogos celestiales desde su apartamento azul.
Los dos astros tenían una pelea sentimental , lo que escuché susurrar al Sol en tono suplicante a la luna fue una especie de tierna amenaza:
-
“He decidido buscar otra como tu,
Talvez no este muy lejos de aquí
Dame una pista. Ya sé, la busco de noche, pero camino hacia el sur o voy más arriba?. Cómo sabré si estará hecha con tu misma luz?. Ustedes todas son iguales pero talvez las otras no tengan tanto silencio domesticado como tú.
Pero dime dónde están? , por qué no las he visto?. Ya lo sé. Les has hablado mal de mi. Claro!!!! odiemos al forastero, desde que llegué nos has hecho nada más que permanecer llena de soberbia, lunita consentida , colgada de tu orgullo. Pero con certeza ellas son distintas.
Dime de una buena vez donde están. Dónde?!!!!!->

Aquel ciego se fue muy despacito remolcado por su perro y su imaginación. Y yo me quedé saboreando otra hipótesis mientras pensaba en esa mujer que también no me deja dormir.
Mi hipótesis esa mañana fue muy simple. La lunita lunera no había podido irse a dormir porque respetuosamente escuchaba la alharaca del tonto Sol que forastero e ignorante desconocía que en el planeta tierra sólo existe y existirá una única y hermosa luna.


A ti donde quiera que no estas y a mi cansancio de buscarte