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LAS COSAS MÍNIMAS.
1. Me gusta soñar con los diluvios.
ELOY TIZÓN
AL árbol de la vida, pregunto,
al árbol de la vida:
después de tanta pasión,
¿qué nos queda a los amantes?
Abriendo un hueco en sus varices,
las ramas somnolientas se despejan.
Gota a gota, la respuesta
se hace una con el cielo.
Fotos, decían: la rabia inmensa de luchar contra el mes que viene eran fotos. Ni siquiera sombras, o sogas para atarse el uno al otro: él, Víctor, poeta sin nombre; él, Alesio, empresario de éxito. Fotos. Y no temblaban al verlas: «Mira, recuerda, vuelve a aquella fiesta en que Yolanda –su vestido largo de satén, aquellas pinzas extravagantes de mariposas flotándole en el peinado-, nos dijo que ya no iba a casarse, que se había despertado el martes y faltaba una maleta y mucha ropa, y aquella noche se emborrachó como nunca, y acabó tirándose de los pelos con su prima la frígida».
Una tarde Víctor dijo que habían visitado el Mundo entero, que no quedaban cascadas ni piedras para ellos, y Alesio dijo que ninguna piedra valía lo que aquella cama; Víctor dijo que habían visto una nube en forma de pie sobre el West Side londinense, un peregrino que buscaba el Árbol de la Vida para descubrir por qué Dios es tan pésimo anfitrión, un enano amarillo que andaba por Yokohama con los pantalones bajados y escupiéndose en el miembro, y Alesio dijo que habían pasado tanto y parecía tan lejos; Víctor dijo que otros viven sin saber, y Alesio dijo que sí, que ellos sabían; Víctor no dijo nada. Pensó en el tiempo que tenían, en que ya era Septiembre y la vida volvía a ser perfectamente marrón. En las luces de un coche filtradas en la persiana, sintió martillear ese «sí, nosotros sabemos». Se levantó por un vaso de agua. Alesio le miró, le entendió como sólo él podía entenderle, y quiso salir a fumar un cigarrillo. Una mano sostuvo el aire, y luego lo dejó caer.
Todo este tiempo he amado a Alesio con desesperación, se dijo Víctor. Y todo este tiempo, quién he sido, qué he ganado. Con quince años, Víctor había ganado un concurso de poesía. Su madre, una hipocondríaca soñadora que acabó atascada de pastillas contra el mareo en el baño de una gasolinera, le había incitado a dejar los estudios y empezar una carrera literaria que durante trece años había sido siempre una promesa. Alesio decía que le faltaba coraje; Yolanda decía que le faltaban contactos. Alesio, Yolanda y Víctor: Los tres habían sido, desde que recordaba, los amigos más inseparables que podían existir. Tan nuestros, tan preciosos, pensó Víctor.
Alesio buscó en el Manhattan frío, afectado de una niebla parecida a la de su apartamento. Cuánto vacío, pensó. Cuántos cuartos con niebla, o cuartos sin niebla, historias. Y cómo gira el cielo, y nunca se involucra. Sonrió su febril trascendencia. Pensó que Víctor le contaminaba con su pesimismo. Pensó luego que no podía vivir sin él. Que en ese cigarrillo se guardaba la necesidad de que apareciera y le salvara con una de sus ocurrencias y se abrazaran sobre Manhattan. Sin importar los cuartos o su niebla.
«Si pudiera preguntar algo al árbol de la vida», sonrió Víctor en el umbral, «no sería del porqué, ni del cómo».
2. El cielo gira.
HE tenido a la muerte ardiendo entre mis manos,
y he soplado en sus oídos,
amistoso. La he visto luego convertir
a mis amigos en muñecos de trapo.
Sus manos ígneas y yo firmamos
un pacto de fuego.
Palabra de hombre: No lloraré
cada cadáver sobre la Tierra.
Aquella época había sido difícil para Víctor y Alesio. Yolanda, con sus curvas perfectas de putita, había venido una mañana, y su mirada estaba más perdida que nunca. Quiero, dijo, ver aquella foto en que los tres posamos desnudos con quince años, qué horror, y éramos tan bellos y tan jóvenes, que ni Alesio estaba con Víctor, ni Víctor con Yolanda, porque hubiera sido un insulto desperdiciar la perfecta opción de ser uno solo. La miraron. Se miraron. Vieron el intenso amarillo del tiempo cernirse sobre ellos y sintieron como una mano les impulsaba a hacer el amor como lo hacían entonces, desesperados, llorando los tres por el hueco que se les abría en las tripas. Los gritos de rabia y placer indignaron a los vecinos durante horas, hasta que Yolanda sonrió y se fue sin despedirse. La vieron alejarse calle abajo con una sonrisa, y a las siete treinta y cuatro de la mañana, una indigente descubría su cadáver calcinado en el Parque del Oeste. Había caminado por Madrid durante horas, comprado un bidón de gasolina, se había perdido en la oscuridad, desnudado, untado en carburante y, con un resplandor azulado que la mendiga -extasiada de alcohol y cocaína-, confundió con una aparición de la Virgen de la Almudena, había raspado una cerilla cuatro veces y –a las siete treinta y tres- se había pegado fuego.
Alesio y Víctor, más atados y fotografiados que nunca, habían fingido salir a flote. La vida era la carrera más desesperada, y Nueva York una ciudad espléndida para mudarse. Cada parque, cada calle y cada tienda, eran una coartada perfecta para ser felices, como si encontraran en esa geografía el mapa mismo de todo lo que alguna vez habían deseado.
Alesio cumplió veintiocho años, y a la celebración acudieron pintores, escritores, críticos con gafas de pasta, editores, empresarios, playboys, actrices y un embajador paquistaní acompañado de una puta de lujo y su escote de lujo. Después de la cena, Víctor leyó un poema que sólo Alesio entendió. La fiesta se alargó hasta la madrugada, y empresarios, críticos y artistas terminaron aparcando su dignidad en el prostíbulo con mejores caderas de la ciudad. A las siete treinta y dos, Víctor y Alesio, en cuartos separados, llegaban a la orgásmica conclusión de que el placer era el mejor remedio contra las verdades absolutas.
De vuelta a casa, riendo como locos en un taxi, Alesio creyó ver como el Sol proyectaba en un escaparate su imagen abrazando el cuerpo en llamas de Yolanda. «Reconciliándose», dijo.
3. Nadie, ni siquiera la lluvia tiene las manos tan pequeñas.
E. E. CUMMINGS.
EL cielo se pregunta para qué tanto humo,
y su queja es el aviso:
la desesperación de borrarse,
como lágrimas en la lluvia.
Para qué tantas lágrimas,
piensan las vacas.
Una mirada animal
es el símbolo inefable
de lo extraño que es el hombre.
Septiembre fueron paseos marrones por Central Park y un premio para la empresa de Alesio. Octubre pasó volando entre papeles y créditos. Noviembre fue el contrato de Víctor y la ciudad blanqueándose en silencio. Diciembre llegó hostil, demostrando un año más la existencia final del tiempo como cuarta dimensión. Como sus miradas más vacías que nunca. Como volverse a preguntar qué queda después de tanto comprenderse. No es que ya no se quisieran, concluía Víctor, pero el tiempo juega en contra de todos.
Una mañana helada de Enero desayunaban en un local psicodélico de Brooklyn. Apenas habían hablado durante toda la tarde.
Había una nube oscurísima sobre la ciudad, y Alesio dijo que no tardaría en llover. Supo que lo decía, pero sintió cada palabra como si no fuera suya. Levantó los ojos, y descubrió a Víctor apartando la mirada. Dio un sorbo al café, y algo se removió en sus adentros.
Víctor observó a la gente en la calle: hombres trajeados, mujeres con bolsas o niños entre los brazos, sonrisas de trascendencia subidas en taxis, en motos, en melancolías. Pensó que los miraba con la incomprensión de las vacas. Y pensó que la ciudad era más fría que nunca.
«Da vértigo», dijo. «La mano que nos sujeta, nos voltea. Y un día una indigente puesta hasta las cejas descubre nuestro fogonazo, plaf.»
Alesio miró a Víctor y quiso decir algo. Quiso alargar su mano, sujetar la suya. Pero no pudo.
Víctor buscó más lejos, entre los edificios. Las primeras gotas de lluvia bailaron frente al cristal.
«Un flash fotográfico», susurró, «nuestro fogonazo.»
La puerta se abrió con un golpe, y una ráfaga de frío se coló bajo las mesas. Con un último esfuerzo, Alesio buscó en su interior una palabra. Siempre era al revés, siempre era Víctor el que estaba allí para decir que la vida era mucho más simple.
Víctor imaginó que estaba muy lejos de esa calle, de ese café. Miró a la gente abriendo sus paraguas, corriendo como hormigas a esconderse. Pensó en una nube en forma de pie sobre el West Side londinense, un peregrino que buscaba el Árbol de la Vida para saber por qué Dios era tan pésimo anfitrión, un traje de satén y unas mariposas de agua helada, que estallaban en el alfeizar de la ventana. Y cerró los ojos para no llorar.
Se dijo que aquello no servía, que lo que importaba estaba más al fondo, detrás de las piedras o las sonrisas. En las huellas mínimas de las fotografías. «Ni siquiera la lluvia puede llegar tan lejos»
Una mano sostuvo el aire.
Sostuvo el aire.
Y luego lo dejó caer.
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Texto agregado el 08-12-2007, y leído por 1021
visitantes. (33 votos)
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Lectores Opinan |
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11-02-2017 |
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EXCELENTE! Tu forma de decir, tus pedazos de historias que forman las contradicciones de una vasta existencia. ya, lo que importa se mece en nuestros adentros, verdad? Abrazo, Julia_flora |
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10-04-2013 |
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delafé y las flores azules son, ahora, mis ídolos.. ré, qué harta estoy de la lluvia que no cesa, como el rayo yutoo |
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30-01-2010 |
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y2??? oZZy_ |
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09-06-2009 |
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pues mira, se la pasas a rodhita, para su amiga nerea, maldita nerea: http://www.youtube.com/watch?v=OlKCUELlnzc youtoo |
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18-01-2009 |
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qué harta estoy de tu familia... todos misin o chapaos...es que me pone enferma el ir a la puerta...ynadieabre...ay, menos mal que aún quedas tú youtoo |
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03-01-2009 |
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¿Abriendo un hueco en sus varices,
las ramas somnolientas se despejan?
La VERDAD mi estimado, de verdad estimado,..si este verso es tuyo, es un bodrio que no te permitirá la reivindicación. Malo, malo, malo.
1.- De la prosa primera está la poesía y sólo falta la síntesis gloriosa,… pero el texto como prosa no pasa. Pero rescato una maravilla. Esta: <Una mano sostuvo el aire, y luego lo dejó caer>. Tal vez no baste más que esta exquisitez y si bien debo leer todo esa monserga para encontrar esa maravilla. Bien valió la pena la dolorosa e insoportable lectura de la primera prosa. Pero he aquí otra joya: <Y cómo gira el cielo, y nunca se involucra> Todo el texto es tedioso, banal y anodino excepto por esas dos joyitas.
2.- El poema inicial tremendo, intenso, casi hasta el agobio. Si es tuyo; ¡albricias!
La prosa sublime;…como para levantarte un catedral porque debiera dictar cátedra. Me inclino y reverencio. Es usté un connotado. Le releo una y otra vez,… porque es delicatesse sublime la ignición después de amar. Sí señor era una virgen esa Yolanda. Pero el antepenúltimo párrafo está demás. Absolutamente. Área desgastada.
3.- El poema bueno, bueno, bueno a pesar de algún trastabilleo con la segunda estrofa,; bueno. Lo que pasa es que lo de las vacas atora. Es una manía mía.
La prosa alcanza un profundidad que conmueve, y toca el corazón no quisiera estar en esa piel de Alisio. Sublime final. Lo felicito por someterse al escrutinio público, mas es necesario que retire aquellas cosa que le enuncio porque sólo tiene validez emotiva para quien escribe, pero para quien lee, estorba. No puedo menos que darle las estrellas que merece sobradamente.
Vendetta |
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19-10-2008 |
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qué bonito es el otoño con su luz imposible de todo nublado...sí youtoo |
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12-09-2008 |
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Qué gran cuento hija |
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21-08-2008 |
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qué se hizo de este pibe? era tan pedante que hasta caía simpático ysillueventoncesi |
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17-08-2008 |
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Después de leerte entiendo por qué le llamas cosas mínimas. La vida está hecha de ellas, los grandes acontecimientos son escasos. Pero esas nimiedades nos marcan, reclaman nuestra atención, nos incomodan como una piedra en el zapato o una piedrita en el arroz. Después de todo, uno no se tropieza contra la montaña, se resbala en la semilla de mango del camino. Cosas mínimas... Excelente. 5* ZEPOL |
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14-08-2008 |
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Bueno muy bueno. AAAManuelMartinez |
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29-04-2008 |
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los negros lloran menos con más motivos...
http://es.youtube.com/watch?v=wfbukOrPPqo tooyou |
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24-04-2008 |
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http://es.youtube.com/watch?v=yHJMp5bz9u8
hi chó...estamos de letras y libros y premios cervantes y vivan las artes, yutú tooyou |
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04-03-2008 |
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¿Pasas por mi texto?
Nunca hasta ahora me atreví a mostrar lo que escribo.
Gracias sinceras desde ya.
Cristina López Dilbeek
http://www.loscuentos.net/cuentos/link/340/340384/ crispulacristina |
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25-02-2008 |
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http://es.youtube.com/watch?v=U8MeyZlyCIY
música negra, como la que ves en las pelis de antes...luego existe!!!!!!! youtoo |
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21-02-2008 |
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Me gustó. collectivesoul |
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21-02-2008 |
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Me ha gustado mucho. rudyx |
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14-02-2008 |
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Grandisimo hijo de perra critika mis malditas notas
radiget |
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07-02-2008 |
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vengo del gugli de ver a tu irene, no me extraña que te encante, es ideal...es que eres muy francés, chó, eso te pasa...una suerte para los críticos llorar ...kissesyú tooyou |
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05-02-2008 |
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"tiempo juega en contra de todos." sentí vértigo en varios pasajes y amé el final. devezenvez |
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27-01-2008 |
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muy interesante este texto, me gusto mucho la segunda parte. angelo_caduto |
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16-01-2008 |
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Elavorada es la obra y no tan dificil como parece. Buen texto +++++saludos antoniana |
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16-01-2008 |
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Se nota que controlas. 5* isis737 |
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14-01-2008 |
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acá hay mucha poesía, bien por este cuento quenickpelotudotenes |
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29-12-2007 |
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coño, pues sí, joder. Al final me ha terminado gustando... patasflacas-quebradas |
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25-12-2007 |
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cierto aire a Juarroz, sobre todo en el final. Me quedo con esto: Para qué tantas lágrimas,
piensan las vacas.
Una mirada animal
es el símbolo inefable
de lo extraño que es el hombre. pulpa |
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21-12-2007 |
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Esta historia nos muestra el rostro del desamparo, de la soledad, de la confusión, del sinsentido que en ocasiones invade la vida y que se refleja en las mismas fotografías (imágenes que re-construyen, que recuerdan!!) Alesio Yolanda y Victor nos dejan pasar a su mundo, a su propia interioridad para sentir sus proximidades y sus sentimientos. Ya por esto vale la pena todas las estrellas. Añadiría además la invasión de la poesía que hay en el relato. Ese toque lírico le da otra atmósfera. Son muchos aspectos, pero para mí que sea conmovedor vale mucho.****************** elsupernormal |
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21-12-2007 |
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ah éste era tuyo? y quién por fin ganó el reto? ya me lo imaginaba por la siguiente frase: nadie, ni siquiera la lluvia tiene las manos tan pequenas...gran este tío cummings...muy buen texto. nocheluz |
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18-12-2007 |
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¡Vaya TELA! mira que ya tenía yo ganas de disponer de un ratito para leerlo, y por Dios que valió la pena!!! ¿Qué puedo yo decirte a ti?... que me ha encantado, me ha impactado, me ha sorprendido a veces, que es muy bueno en forma y contenido y que eres la hostia!!!! Me gustó mucho. Mucho, mucho, y por eso dejo todas mis estrellas (bien las vale!!!). Te mando miles de besos. TerraPromesa |
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18-12-2007 |
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texto que el rocio salpico , gotas de una vida existencial ,que sus letras moriran.que parte ocupa la lluvia ntre manos tan pequeñas...llovera se lo ara, llovera sosteniendo tu mano. yakus |
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18-12-2007 |
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TEXTO q yakus |
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18-12-2007 |
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interesante texto...no digan que no fui cordial. yakus |
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16-12-2007 |
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Gracias por tus felicitaciones pero no confío en la gente que nunca sonríe. No te molestes en contestar pues ya no escribo en esta página. Elipoe |
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13-12-2007 |
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No sé si viviste en Nueva York, pero parece. Muy bien escrito, la emoción contenida, me gustó. andrula |
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11-12-2007 |
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Qui_sum, ya sabes quién. Ay, qué lástima. replicante |
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11-12-2007 |
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he, asaltos, dejate de joder, ya nomeconoces te desemascaro todos tus clones
nilda_resurreccion |
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10-12-2007 |
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bien bien.... besotes. Makusy |
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10-12-2007 |
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seguro que vivís en NY ta bien, me sorsprendiste. caco_fonico |
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10-12-2007 |
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Ya lo he dicho: este cuento es maravilloso. taxi |
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09-12-2007 |
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Tan cinqueable que lo cuatrearía si no fueras tan chorizón. ¿Los puntos cardiquéééé? Buen remake. replicante |
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09-12-2007 |
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Un laberinto de emociones viscerales plagado de simbolismos. Impactante, directo y atractivo, aunque para mí, que soy amante de lo sencillo, algunas cosas me resultan un tanto rebuscadas. Logró impresionarme, no obstante. TejeCuentos |
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09-12-2007 |
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Enhorabuena!
Fuga de ideas que gira como torbellino en torno a dolorosas conspiraciones del corazón. Poesía hecha guión. Pero no te lo creas majo. iolanthe |
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08-12-2007 |
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Increible. 4.997 estrellas. carlosbloom |
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