Soledad era una mujer solitaria, de unos 50 años, con un cabello ya encanecido por el paso de los años y de los sucesos que desgastan a la gente, y con una gran pena en su alma, una pena que le acarreo la soledad durante el resto de su vida. ¡Cuanto se arrepentía!
Hace más de 20 años que ella, tuvo una oportunidad de oro, lo cual lo reconoce ella sin dudar y con mucha tristeza. Vivía en un país del que no me acuerdo su nombre por más que trato de recordarlo; era la más bonita de las mujeres que había en toda la ciudad, no había ninguna duda de ello, por lo que era cortejada por muchos muchachos que eran considerados como lo mejor de la sociedad española de esa época. Ella tenía una hermana menor, Irene se llamaba y era tan hermosa como Soledad pero ella no se fijaba en hombres que para ella le parecían “Vacíos y sin amor”.
Soledad e Irene no eran ricas, de hecho sus padres tenían problemas económicos muy fuertes, ella pensó que con casarse con un joven rico y prominente seria suficiente para ser feliz y salvar a su familia; Irene no compartía esa idea, el buscaba a un hombre que la quisiera como es debido, no le importaba que fuera pobre, con amor era suficiente.
Soledad busco entre todos al que considero el “mejor de lo mejor”, se llamaba Ubaldo, era guapo, hay que reconocerlo, tenía mucho dinero y era el más joven e impetuoso de todos los demás candidatos que Soledad había seleccionado.
Irene encontró, un día en el mercado, a un mercader de frutas que la cautivo, se llamaba Sergio. Sergio era un tipo alto, fuerte, pero al mismo tiempo muy atento, caballeroso pero pobre al final de cuentas. Soledad trato de convencer a Irene que buscara algo “mejor”, algo de “más categoría”; pero Irene ya se había enamorado.
Las dos parejas se casaron el mismo día pero con grandes contrastes. Soledad y Ubalgo celebraron un gran banquete en el que estuvieron reunidos lo mejor de la sociedad del país que no me acuerdo de su nombre por mas que trato de recordarlo, las señoras estaban vestidas con toda la solemnidad de una fiesta grande, de pompa y alcurnia.
Irene, por el contrario celebro sus bodas con Sergio en una pequeña iglesia del país que no recuerdo su nombre por mas que trato de recordar, a donde asistieron los amigos y familiares mas allegados de la familia de los dos. Fue sencilla pero en ella se respiraba la alegría y gozo que debían existir en una boda.
Los contrastes se hicieron mas evidentes después, pues Soledad se fue a vivir a la casa de Ubaldo en una colonia exclusiva de ricos egocéntricos; Irene por su parte se fue con Sergio a una pequeña casita al pie de la montaña mas alto del país que no puedo recordar su nombre, y me doy por vencido, no me acuerdo del nombre.
Soledad se sentía muy sola porque Ubaldo tenia que viajar mucho debido a que los negocios que el tenia le obligaban a viajar de un lugar a otro sin parar, y el no quería llevarla. Irene, por su parte, disfrutaba al máximo su matrimonio con Sergio ya que los dos trabajaban en ese puesto en el mercado y todos los días inventaban un nuevo pretexto para no separarse el uno del otro.
Pero vino algo que cambio todo, lo recuerdo bien, fue tres años después de celebrarse las dos bodas que aquí se relatan. El país X sufrió una gran depresión económica y los que antes eran ricos se habían quedado en la calle, Ubaldo había huido del país llevándose todo su dinero pero olvidando a Soledad. Irene y Sergio tuvieron que buscar una nueva forma de vivir, pero juntos. Soledad no tenia donde pasar la noche, así que empezó a vagar por las calles del país X; Irene y Sergio luchaban contra la difícil situación.
Así paso un año entero. Soledad en soledad mientras Irene y Sergio salían avante y poco a poco se fueron recuperando de tan duro golpe.
Pasó un año más y Soledad solo podía pagarse una comida al día y tenia para dormir un pequeño cuarto en la azotea de un edificio. Irene y Sergio aun conservaban su casa al pie de la montaña, y además ya tenían una hija, Daniela.
Ahora los contrastes cambiaron porque mientras Soledad vivía para el presente pensando como lograra reunir dinero para comer. Irene y Sergio eran felices junto con Daniela y, si bien no eran ricos, tenían un nivel de vida mayor que antes, parecierase que nada hubiera pasado.
Soledad permaneció así, Sola por el resto de su vida recordando los consejos de Irene.
Irene por su parte, junto con Sergio vivieron una vida feliz con tres hijos: Daniela, Sebastián y Ángela; no fueron ricos, pero siempre tuvieron lo necesario, comida, techo y la compañía de sus seres amados.
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