Me cambiaré de ropajes.
Dejaré la vieja vestimenta.
Abriré puertas y ventanas.
Entrará la luz,
y el fresco aire de la mañana.
No más mirar por el hombro,
donde mi dolor aumenta.
Me sacudiré las cadenas,
que me ataban en cruz.
Gritaré mi libertad
con voz fuerte y varonil.
No temo ya
a tu recuerdo de tantos años
Ahora puedo y quiero
decirte que te dejaré ir.
Té iras de mis pensamientos,
pues deje de sufrir,
y te deslizaras por mis manos,
escurriéndote,
lento al principio,
ligero casi sin freno
al final de mi recuerdo.
Te iras alejando de mi memoria
Desclavándote de mi carne.
Hacia ese horizonte,
que se ve allá tan lejano.
Ya deje de amarte.
Sufrí por tu culpa
el dolor del abandono y muerte
Quise dejarte,
más no podía.
No era el momento.
Mi destino se reía
Si, se reía de mi corazón
No me dejaba salir a respirar.
Más no me mataba.
No era quizás mi suerte.
Por más que yo suplicara
y que alguien oyera mi lamento.
Nada ni nadie se acercó
ni en un momento,
a oír mis suplicas.
Y guarde tu recuerdo.
Atesorándolo.
Amándolo.
Y sufriéndolo en carne propia.
Así quedé entre la tierra y el cielo.
Vivo, pero muerto.
Te odié con toda mi alma,
hasta conjuros ofrecí.
¿Pero que podía hacer?
Si en el fondo de mi alma te amaba.
Te adoraba.
Y en las noches besaba tu imagen en silencio.
Maldiciendo a Dios.
A los Ángeles por tanto padecer.
Listo.
He cerrado el baúl de los recuerdos.
Y la llave a la cloaca he tirado.
Feliz. Contento.
Nada me ata a tu recuerdo,
que se diluye muy lentamente.
Sentí la voz que me decía.
¡Vive la vida, ámate riendo!
Y eso hago.
Cambiando de ropajes.
Botando lo viejo.
Me vestiré de luces.
Saldré a beber el viento.
Seré cínico.
Dejaré el corazón,
guardado en el ropero.
Para que lo quiero.
Si por su culpa casi fallezco.
Vengan a mi sol,
Luna,
Estrellas y luceros
Aquí estoy yo.
Como el fénix nacido del fuego.
Despliego las alas de mis palabras.
Rió de contento y voy al cielo.
¿Ves? Te he olvidado.
¿Para que tanto sufrimiento?
Nomade....camino a su destierro
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