Inevitablemente soy lírica incurable,
no me salen las cuentas ni entiendo la inversión,
mi cabeza puede llegar a la locura,
si quiero descifrar la bolsa de valores.
No piso tierra firme y falta bien me hace,
con treinta años a cuestas sería la ocasión,
bajarme de la luna, codearme con personas,
lograr una rebaja, luchar por cada día,
charlar con mis vecinas del precio del jamón.
Por la noche me digo : mañana crecerás.
y amanezco más criatura y menos material.
Mis ojos y mi piel van perdiendo frescura,
no conservo la imagen de niña del ayer,
más dentro de este pecho siento que soy la misma,
que soñaba imposibles a la orilla del mar,
que guardaba secretos de amores contrariados,
y tejía en silencio un futuro de paz,
que llegaba hasta el éxtasis escuchando un poema,
o inquietada temblaba por el beso furtivo,
o lloraba a raudales en la escena de amor...
¿Qué lloraba, temblaba, soñaba, imaginaba?
Soy la misma a pesar que ha cambiado mi rostro.
Lloro, sueño, tiemblo, imagino, me inquieto,
absurda y tenazmente persigo lo imposible,
como dije al principio y dentro de treinta años,
mi lirismo no tiene ni cura ni final.