Erase una vez una familia: papa, mama y una hija. Ellos se habían cambiado de casa ya que en la que vivían antes era muy pequeña y no estaban muy cómodos en ella.
La casa a la que se habían cambiado era una casa grande y tenia un espacio para cada cosa, los padres de Isela querían que su hija estuviera cómoda y se sintiera bien así que le asignaron un cuarto para ella sola, ellos la conducieron a su recamara y a Isela le encanto pero decía que le iba a cambiar unas cosas y que iba a poner todas sus cosas en esa recamara.
El cuarto estaba un poco sucio, así que decidió limpiarlo, ése cuarto tenia una gran ventana con vista a un jardín hermoso y un espejo grueso, algo antiguo pero bonito.
Estaba barriendo y después se puso a limpiar la ventana y contemplaba el hermoso paisaje que tenia desde el segundo piso.
Después prosiguió a limpiar el espejo y sin darse cuenta lo movió y con el golpe cayo un libro, parecía un diario. Isela levanto el libro y efectivamente era un diario estaba con candado y busco detrás del espejo y ahí estaba la llave.
Abrió el diario en la primera pagina y decía que el nombre del dueño del diario era Dulce, ella tenia 14 anos de edad cuando empezó a escribir el diario y contaba que ella vivía con sus padres y sus hermanos pero que ella no era feliz por que sentía que sus padres le ponían mas atención a sus otros hermanos y a su trabajo.
Ella contaba en el diario que sus padres eran muy estrictos con ella pero ella trataba de salir adelante con sus estudios para poder dejar de ser una preocupación o un problema para sus padres.
Isela se quedo sorprendida, pensaba que entre la relación que llevaba Dulce con sus padres era muy distinta a la relación que llevaba ella con los suyos.
En ese momento escucho que su madre la llamaba para que le ayudara a sacar las cosas que tenían las cajas que traían en el auto.
Isela le comento a su made sobre el diario que había encontrado detrás del espejo de su recamara y le pregunto que quienes habían habitado la casa antes que ellos.
Su madre le dijo que no sabia nada y que le enseñara el diario que había encontrado.
Isela dijo que si y fue a su recamara, llego ahí y miro que en su cama ya no estaba el diario pero miro un papel sobre la cama y una rosa blanca.
Miro a todos lados para asegurarse de que nadie estuviera ahí tratando de hacerle una broma pero no miro a nadie. Tomo el papel y se dispuso a leerlo, el papel decía lo siguiente:
Gracias por todo...
Dulce.
Isela miro del otro lado del papel y seguía el texto:
Eres muy afortunada de tener esos padres ellos te quieren mucho y por favor valóralos ahora que los tienes y demuéstrales tu amor.
Isela no pudo evitar que una lagrima saliera de sus ojos y resbalara por su mejilla.
Ella pensó que de verdad era afortunada y que hasta ese momento no había valorado y reflexionado sobre lo que tiene, pero que desde ese día en adelante lo iba a hacer y se iba a proponer ser una mejor persona con todos y sobre todo con sus padres.