Hoy, bajo la oscuridad de mis sombras,
entre la vigilia de mis fantasmas,
durante el vacío de mis motivaciones,
esperare que se acabe, la clausura de mi fe.
Te pediré sin más,
me acompañes,
a exigir la nulidad,
de mi condena.
Apelare a la posibilidad de un amparo,
que permita, se abra el cerrojo,
que encierra esta coraza protectora,
desde que me sentencie a la soledad.
Rogare tener firme entereza,
para volver a confiar,
en los tediosos crucigramas del destino,
y enfrentar vulnerable, una nueva odisea.
Aquella que sueño durante años,
la que enfrento con bravura,
a la que golpean mil y un aventuras,
gritos de victoria, junto a pérdidas, llanto y dolor.
Implorare tus aires,
para respirar seguridad,
rezare en las noches,
para agradecer tu bondad.
Explorare terrenos ajenos,
con el objetivo,
de darle sentido,
a mi vida, tu misión de ser.
Iré en busca de mis tesoros enterrados,
será cuestión de encallar mi navío,
en la isla indicada,
para así, volver triunfal a ti.
Sabrás que ha llegado el final,
si entre mis manos,
te entrego, el mayor de los tesoros enterrados,
una lealtad ciega, un corazón sincero y una fe incorruptible.
Si viese consumirse ese día,
mi última voluntad,
sería, que con él te quedaras,
y bajo la arena, me olvides, para convertirme en polvo.
Fiel día de gloria,
pronto volverás,
será de noche mi derrota,
y me mataras. |