Los oculistas del oriente que se toman su trabajo muy enserio y dicen haber inventado lentes capaces de ver horizontes tan lejanos como el futuro, aseguran que va a llegar un día, seguramente un miércoles, en que las cosas en el mundo van a empezar a funcionar mal. Y cuando digo cosas hablo de materiales tangibles o no que a diario vemos, olemos o tocamos, y tambien de los hechos que nos parecen tan razonables como golpear una lata y que la lata suene como suena cuando se golpea una lata. En sus informes se detallan ejemplos del mal funcionamiento del sonido en los cuales al golpear el suelo escucharemos campanadas, o al aplaudir las manos se escucharan ladridos de perro. Hasta ejemplos mas disparatados como abrir la canilla del baño y que se prenda la luz, o el caso inverso. Según algunos sociologos de esos que analizan estadisticas absurdas como la cantidad de pelados en Perú, el drama del desfuncionamiento sera atribuido por los hambientalistas, a la contaminación. Y cualquier persona corriente podra creerselo sin pedir ninguna explicación, como comúnmente las personas corrientes creen las cuestiones como estas. Pero los matemáticos y físicos no, a ellos que siempre les gustó no sentirse personas corrientes, atribuirán el problema a un desfasaje de tiempo, espacio, moleculas, numeros, equis y letras griegas que solo ellos tendran el lujo de entender.
A mi personalmente me divierte mucho la idea de que el mundo se empice a equivocar. Golpearse el codo y que te duela la nariz, o rascarse la pera cuando te pica la cabeza, me parece brillante. Y creo que a todos nos vendria bien un poco de desfuncionalidad cada tanto para no abrumarnos con la monotoneidad. Vivir toda una vida sabiendo que cuando se nos caiga una moneda siempre, pero siempre, vamos a escuchar el mismo ruido metalico es espantoso. Hasta creo que el tema va a ir mas lejos que los sonidos y las funciones motrices. Comer lechuga con gusto a chocolate, hablar silvando y llamar por telefono a nuestra conciencia, son cosas que no nos pareceran tan extrañas despues de que llegue el dia. Ni hablar del impacto que provocará la desfuncionalidad en el amor. Los besos que hacen doler la cabeza, y los abrazos que tiñen el pelo de azul serán comunes.
Ahora todo queda en manos de ese azar sigiloso y enredado que es el destino, o tal vez de un par de formulas matemáticas. Y a los que estamos a favor del tema solo la enfermable tertulia de esperar.
A propósito, mañana es miércoles, a ver si tenemos suerte.